Tal día como hoy 26 de enero de 1905,en Sudáfrica, en la mina Premier de Trasvaal, se descubre el diamante más grande del mundo con una masa de 3.016 quilates, al que se bautiza con el nombre de diamante "Cullinan". Un tallador holandés, Isaac Asscher, lo cortará en 9 diamantes grandes y 100 piezas más pequeñas. El mayor de ellos, de 530 quilates, será "La gran estrella de África", que se caracterizará por ser el diamante más transparente, más puro y de mayor calidad del mundo.
Tras más de cien años en posesión de la realeza británica, este gigantesco diamante dividido en nueve piezas escucha nuevamente los ecos de la tierra en la que fue hallado
La muerte de la reina Isabel no deja de ser un acontecimiento excepcional para los países nacidos a raíz del colonialismo británico. Liberadas del demoledor peso histórico que expresaba la difunta reina y envalentonadas por la aparente debilidad de Carlos III, entre las viejas colonias han encontrado una nueva oportunidad para reclamar viejos intereses que se mantuvieron guardados durante décadas en el cajón de los despachos, hasta hoy.
Gaston Browne, el primer ministro de Antigua y Bermuda, avanzó el mismo día en que Carlos fue ratificado como rey que pronto se efectuará un referéndum “para completar el círculo de la independencia” y convertir a su nación en una “realmente soberana”. Jamaica también planea transformarse en república. Saben que este es el momento.
Sudáfrica se presenta entre los países que avanzan para curar las heridas de su pasado colonial. En su caso, numerosos activistas y miembros del parlamento han iniciado un llamamiento para que la Corona británica devuelva a los sudafricanos el diamante Cullinan, tras más de cien años fuera de su territorio. Profesores de universidad, activistas, jóvenes y políticos sudafricanos piden hoy la devolución del diamante Cullinan, llamado así por el magnate de los diamantes británico Thomas Cullinan, en cuya mina fue encontrado en 1905.
Cuando Cullinan vio el diamante, lo tiró por la ventana. No se pudo creer que esta monstruosidad de 3.106 kilates, brillante y con un tono ligeramente azulado, era un diamante de verdad y no un pedazo de vidrio inútil. Fue tras una segunda inspección, más rigurosa,comprendió que tenía entre sus manos el diamante más grande encontrado hasta la fecha, una pieza del tamaño aproximado de un corazón humano. Cullinan debió pensar que se haría de oro cuando puso el diamante en venta pero, para sorpresa del magnate, dos años después de llegar a Londres, ningún comprador se adelantó para hacerse con ella.
No sería hasta 1907 que la compañía británica Transvaal Colony, se hizo con el diamante, para regalárselo al rey Eduardo VII con motivo de su 65 cumpleaños. Pagó por él 150.000 libras esterlinas, lo que hoy equivaldrían entre 18 y 21 millones de libras. La compra fue una ganga, teniendo en cuenta que el Cullinan está hoy valorado en 300 millones de libras.
Desde entonces, el diamante Cullinan ha pertenecido por pleno derecho a la corona británica, siendo su propietario el sujeto que se siente en el trono. Su dueño legal a día de hoy, es, por tanto, Carlos III. Pero el diamante Cullinan era demasiado grande, demasiado bruto para colocar a las bravas en ninguna corona europea. Es por esto que Eduardo VII ordenó llevar la pieza a Ámsterdam, donde el renombrado artesano Abraham Asscher talló y cortó el diamante en 9 hermosas y grandes piedras y 96 brillantes de menor tamaño. Así quedaron:
Pero determinar la legitimidad de la Corona Británica,en lo que respecta a la posesión de las joyas no es sencillo. Los defensores de que permanezcan en Reino Unido se basan en que el diamante original fue comprado según la legalidad del momento a la compañía de Cullinan, y que lo que hicieran después con él, ya fuera regalarlo al rey Eduardo, entra dentro de los ámbitos de la propiedad privada. La influencia colonial británica no afectaría en este caso al tratarse de un regalo a la monarquía británica, no de Sudáfrica, sino de la Transvaal Company.
Por el lado sudafricano reiteran que no piden una “devolución, ya que esto implica que hubo un acuerdo válido en virtud del cual la familia real británica tomó prestado el diamante. Está en su posesión simplemente como resultado de la tenacidad colonial que asfixió a los nativos en este país”.
Pese a todo, es poco probable que los Cullinan regresen a su lugar de origen en un futuro cercano. Otras piezas han sido devueltas a África, como ocurrió el pasado mes de agosto: 72 objetos robados al Reino de Benin en 1897 fueron devueltos por el Museo Británico a Nigeria tras décadas de tiras y aflojas. Pero, otra vez, Carlos III fue coronado con el Cullinan brillando sobre su testa real.
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