Tal día como hoy 3 de enero de 1874, el general Manuel Pavía y Rodríguez de Albuquerque dirigió un golpe de Estado y se hizo con el control de las Cortes, hiriendo de muerte a la Primera República Española y abriendo las puertas a una restauración de la monarquía borbónica en la figura de Alfonso XII.
El primer gobierno republicano llegó a España en 1873, tras la abdicación del rey Amadeo de Saboya y en un momento histórico con graves problemas y muchos frentes abiertos. Después de haber depuesto a Isabel II en 1868 durante la llamada "Revolución Gloriosa", el gobierno provisional intentó constituir una nueva monarquía pero el elegido, el italiano Amadeo de Saboya, se vio falto de apoyos y sin apenas margen para poder actuar y combatir los problemas del país.
Fue así como se decidió que, al haber fracasado de nuevo el modelo monárquico, era hora de pasar al republicano. Sin embargo, las circunstancias tampoco eran las ideales.
España se encontraba en un momento de grave crisis económica, con las guerras carlistas teniendo lugar en el territorio nacional y las constantes las ciudades obligando al ejército a intervenir. Con este panorama, se celebró a primerísima hora de la mañana del 3 de enero una moción de confianza contra el entonces presidente Emilio Castelar.
La moción salió adelante y Castelar iba a perder el control del gobierno pero, para evitar que este cayera en manos de los federalistas, el general Pavía le ofreció su apoyo en un golpe de Estado.
Ante la negativa de Castelar a mantenerse en el gobierno habiendo perdido la confianza de la cámara, Pavia hizo entrar a la Guardia Civil a las Cortes, tomó el edificio y desalojó a los diputados allí reunidos.
Esta acción supuso el fin de la Primera República Española, que dio paso a un breve gobierno de corte autoritario dirigido por el general Serrano y a la posterior restauración de la monarquía borbónica con el regreso de sublevaciones y rebeliones en colonias como Cuba o Puerto Rico.
Además, los movimientos obreros y campesinos estaban ganando fuerza en Cataluña y Andalucía y los movimientos cantonalistas -promovidos por los republicanos federalistas más acérrimos- crecían y proclamaban la independencia de Alfonso XII.
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