Tal día como hoy 16 de septiembre de 1320, el arzobispo Berenguel de Landoria, ordena el asesinato, de once representantes, de la burguesía de Santiago de Compostela, que habían ido a negociar con él, en el Castillo de la Peña Blanca. Fue general de los dominicos y arzobispo de Santiago de Compostela, desde 1318 a 1330.
Este influyente dominico, llegó a Compostela desde la corte papal de Avignon, enviado expresamente por el pontífice Juan XXII, de quien era amigo. Su misión era, poner orden en la Archidiócesis de Santiago, que vivía un tiempo muy conflictivo. En el momento de ser designado, estaba participando en las negociaciones de paz, entre Fancia y Flandes. Su nombramiento, muestra la relevancia que Santiago tenía, en aquel momento, en el orbe cristiano.
El nuevo arzobispo, vivió una de las épocas más convulsas, de la ciudad y de su Iglesia. Llegó con el mandato, de defender el poder eclesiástico local, frente a las intenciones de los burgueses, que pretendían a otro prelado y limitar, el poder arzobispal.
Al impedirle los representantes de la ciudad, encabezados por el noble gallego Alfonso Suárez de Deza, instalarse en esta -llegaron a sitiarlo en la catedral-, residió en distintas fortalezas próximas, desde su llegada en 1318 hasta finales de 1320. Este año, cansado de unas negociaciones interminables, los fieles a Landoira asesinaron por orden suya, a los cabecillas rebeldes, durante una nueva reunión, entre ambas partes, en el castillo de A Rocha Forte, cerca de Santiago, donde residía el prelado.
Tras una concienzuda represión, Landoria, hombre de gran cultura, inició un periodo de prestigio exterior de la archidiócesis. Su experiencia, como maestro general de los dominicos, le ayudó a afrontar su renovación y reorganización. Gran admirador de la labor de Diego Gelmírez, el más decisivo arzobispo, en la promoción exterior del santuario compostelano, durante la Edad Media, reavivó la actividad cultural y peregrinatoria de Santiago, que pasaba por un periodo de abatimiento.
Mandó recopilar, las gestas de su mandato, quizá para justificar su actuación, para hacerse con el gobierno del Arzobispado, y, sobre todo, promovió la recopilación de escritos de la catedral, que ofrecen numerosas noticias clave, para entender el mundo jacobeo compostelano. Lo hizo, bajo la dirección de su canciller y tesorero, que reunió a un notable grupo de copistas y expertos en la materia.
Su mandato, permitió volver a estrechar lazos con Francia, el país más decisivo, en el afianzamiento de la peregrinación compostelana medieval, y de forma especial con Reims, cuyo arzobispo, vino por aquel tiempo, en peregrinación a Santiago. Durante su gobierno, llegó también una de las peregrinas más recordadas de la historia compostelana: Isabel de Portugal, la llamada Reina Santa, procedente de Coimbra. El arzobispo la obsequió, con un bordón (1), con el que la reina se haría enterrar.
Con la misma finalidad, Landoira promovió, diversas mejoras en la catedral. Destaca la torre de la Trinidad o de la Berenguela, así conocida por la labor impulsora de esta obra por el prelado francés. Fue, hasta su futura transformación barroca, con la imagen actual, una construcción defensiva.
Mandó realizar, el famoso y bello relicario en plata y piedras preciosas, que guarda la cabeza atribuida a Santiago el Menor, quizá la joya más valiosa del tesoro de la catedral compostelana en el presente. La iniciativa se integraba en su plan de relanzamiento del santuario: la cabeza de este Santiago bíblico era la reliquia más relevante, de la basílica tras la del propio, Santiago el Mayor.
Berenguel de Landoira, murió en 1330 en Andalucía, donde participaba en una campaña contra los musulmanes. Para la leyenda compostelana, ha quedado su fama de prelado cruel. Puede que sólo fuese, el fruto inevitable de un determinado, momento histórico.
(1) Bordón: Bastón con punta de hierro y de mayor altura, que la de una persona adulta
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