Tal día como hoy 1 de septiembre de 1715, fallece el rey de Francia Luis XIV, terminando con 72 años de reinado, el más largo de todas las monarquías europeas.
La muerte de Luis XIV, paradigma del monarca absolutista, desde que subiera al trono, siendo un niño de cinco años, fue digna de una tragedia de Racine. Apodado le Roi Soleil -el Rey Sol- para identificarlo con el astro símbolo del orden, la regularidad y el esplendor ,lo cierto era que en 1715, tras 72 años ciñéndose la corona de Francia -el reinado más largo de la Historia de ese país-, poco quedaba de su brillo en el viejo decrépito, empelucado y empolvado, en que se había convertido.
Ese brillo comenzó a apagarse del todo el 10 de agosto de ese año. A su regreso de una partida de caza, el Rey sintió un intenso dolor en la pierna. Fagon, su médico, le diagnóstico una ciática, pero pronto aparecieron manchas negras: se trataba de una gangrena senil, producto de la gota.
Entre terribles dolores, Luis XIV continuó con sus rutinas habituales hasta que el 25 de agosto se vio obligado a guardar cama, y ya no la abandonaría. Consultó con el médico real Guy Crescent Fagon, quien creía que sólo era un pequeño malestar en el nervio ciático y le prescribió, un sirope hecho de opio, para aliviar el dolor.
El cirujano del rey, Georges Mareschal, no estaba de acuerdo con esta decisión, y afirma que el dolor oculta una enfermedad más grave. Fagon, haciendo valer su jerarquía, desprecia la opinión del cirujano y le prescribe aguardiente con alcanfor, leche de burra antes de dormir y baños de plantas aromáticas, infusionadas en vino de Borgoña.
El 26, la gangrena llegó al hueso, ante la impotencia de los médicos. Ese mismo día, recibió en sus aposentos a su bisnieto y heredero de cinco años, el futuro Luis XV, y le advirtió contra la guerra: "¡Es la ruina de los pueblos!".
Según el historiador Gerard Sabatier, el rey se dirigió al pequeño diciendo: “Mi querido niño, pronto va a ser rey de un gran reino, viva en paz con sus vecinos (…). Yo he amado demasiado la guerra, no me imites en eso; tampoco en los grandes gastos que he hecho, intenta mejorar la suerte de tu pueblo, dado que yo, desgraciadamente, no fui capaz de hacerlo".
Pero la muerte se alargó más de lo previsto. El Rey se despidió de su favorita, Madame de Maintenon, hasta en tres ocasiones, y de la Corte en dos.
El 29 de agosto, se autorizó a Brun, un médico provenzal, a acercase a la cama real. Éste afirmaba disponer de un remedio milagroso para sus males, y lo cierto fue que el monarca, tras serle administrado, experimentó una fugaz mejoría. Pero la enfermedad seguía ahí, agravándose cada vez más y apoderándose de todo su cuerpo.
Finalmente, Luis XIV cayó en un estado de semicoma, el día 31 y falleció el 1 de septiembre por la mañana, cuatro días antes de cumplir 77 años. Su cadáver se expuso durante ocho días, en el Salón de Mercurio, para que los súbditos del Rey Sol le rindieran sus respetos.
La autopsia se realiza el día siguiente, y los médicos pueden comprobar que toda la parte izquierda del cuerpo, desde el pie a la cabeza, se había gangrenado. Su cadáver se embalsama y se separan, como era costumbre en la época, sus entrañas y su corazón.Las entrañas irían a la catedral de Notre Dame y el corazón sería enviado a la iglesia de los jesuitas de Saint Antoine.
Tras la revolución francesa, las tumbas reales fueron profanadas. Años después se recupera lo que quedó de los cuerpos, que fueron depositados, en la Basílica de Saint Denis.
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