La primera capital del reino asturiano, elegida por Pelayo en el año 722, como sede para la corte, de la naciente monarquía astur, Cangas tuvo cuatro reyes, a saber: Pelayo, Favila, Alfonso I y Fruela. El más famoso de los cuatro es Favila, no porque hiciera grandes cosas sino, más bien, porque lo mató un oso.
Ostenta Cangas el título de ciudad, desde 1908, que le fue concedido, por el rey Alfonso XIII, en razón de su importancia histórica, como centro restaurador, de la monarquía española.
La visita puede partir, en la Cueva Santa, sita sobre la laguna ,que genera la cascada del río Deva, bajo la cual se encuentra, la Fuente de los Siete Caños. Una escalera con 101 peldaños, conduce directamente a la cueva, que acoge en su interior a la Santina y también, la tumba del rey Pelayo, quien se refugió en ella, antes de obtener la victoria en la batalla de Covadonga, durante los inicios de la Reconquista.
Tras la degustación, de sus populares quesos y sidras, el viajero no puede recobrar la vitalidad, de mejor forma, para comenzar a descubrir los entresijos ,de la localidad asturiana, en la que se erige, uno de los grandes símbolos del Principado: su puente romano. En realidad es medieval. y de él cuelga, en el centro, la Cruz de la Victoria.
Los visitantes, rinden devoción a este símbolo, como también lo hacen ante el dolmen, que aún puede verse en la cripta, de la ermita de la Santa Cruz, uno de los lugares sagrados, más antiguos de España, que fue, en sus orígenes, lugar de culto megalítico. Se trata del primer templo, construido por la monarquía asturiana, erigida hacia 737. Es el mejor ejemplo, de cómo los lugares sagrados, se transmiten de una religión a otra.
La iglesia parroquial, fue construida en el año 1963 y tiene un espectacular campanario; está en el centro de Cangas, dominando el entorno. En la ciudad hay interesantes edificaciones, como el palacio Cortés, situado, en una pequeña altura, sobre la Plaza. De estilo renacentista, sirvió como residencia de la reina Isabel II, en el año 1858; también Jovellanos estuvo allí.
En honor a la Virgen, se construyó, en 1877, la Basílica de Santa María la Real,encima del cerro de Cueto. Desde este sitio, parte la carretera que conduce, a los Lagos del Parque Nacional, de los Picos de Europa. El mirador de la Reina, permite disfrutar de una magnífica panorámica, del valle de Onís.
A la salida de la ciudad, en dirección hacia Covadonga, en el margen izquierdo, está el palacio Casa Dago, construido en el año 1920 y que actualmente alberga, el Centro de Recepción del Parque Nacional.
En Cangas hay un par de mesones, donde sirven una fabada irreprochable: las fabes grandes y casi sin pellejo, harinosas; el caldo exquisito y aromático; el compango canónico, de chorizo, lacón, morcilla, tocino, orejas y rabo, que pasan con vino tinto. De postre, arroz con leche, como es natural.
El viajero, se ira satisfecho, después de haber disfrutado de una jornada, de recuerdos históricos, fantásticos paisajes y gastronomia.
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