miércoles, 17 de enero de 2024

La conquista de Menorca por el rey Alfonso III de Aragón

   

Tal día como hoy, 17 de enero de 1287, en las islas Baleares, el rey aragonés Alfonso III, inicia la invasión de Menorca.

Las relaciones del estado feudatario musulmán de Menorca, con sus dominadores cristianos fueron pacíficas, durante el gobierno de Abu Utman, pero esta situación cambió súbitamente, poco después de sucederle su hijo Abu Omar.

En 1282 Pere III de Aragón, deseoso de hostilizar las ciudades de Alcoll, Bugía, Bona y otras del norte de África, hizo escala en el puerto de Maó, con una gran flota de 120 velas. Las autoridades moras de la isla, le colmaron de agasajos y muestras de sumisión, pero el referido almojarife, mandó secretamente aviso al señor de Alcoll, de las intenciones bélicas del rey aragonés; las ciudades africanas estuvieron prevenidas y la expedición de Pere III fracasó.

Hay que tener en cuenta sin embargo, que la actuación del almojarife, no puede calificarse de deslealtad y traición porque Menorca, no era tributaria de Pere III, sino de su hermano Jaume II de Mallorca, que estaban enemistados entre sí.

Las discusiones y luchas, entre los monarcas de Aragón y Mallorca y la necesidad de encauzar las energías y aplacar los ánimos exaltados de la nobleza, fueron los principales determinantes, de la conquista de Menorca.

Alfons III, hijo y sucesor de Pere III, después de haber arrebatado a su tío la isla de Mallorca, estando en Huesca en octubre de 1286, hizo un llamamiento a sus súbditos, convocándoles para emprender la conquistal, de la Balear menor. La expedición, compuesta de unos efectivos de veinte mil hombres, en más de cien naves catalanas, aragonesas y sicilianas, salió de Salou el 22 de Noviembre, dirigiéndose a Mallorca, en donde permaneció, hasta después de Navidad, en que tomó rumbo a Menorca.

Una tempestad dispersó la escuadra, cuando se hallaba a la altura del cabo de Artrutx, pero una parte de ella, logró reagruparse en Portopetro y entrar finalmente en el puerto de Maó, en el que ocuparon uno de sus islotes, llamado después Illa del Rei.

El 17 de Enero de 1287, desembarcó el monarca con su ejército y en las inmediaciones del puerto, en el "Pla des Vergers" y luego en la pequeña sierra de "Biniaixa" hubo una gran batalla entre los cristianos catalanes y los moros menorquines. El rey peleó valerosamente al frente de los suyo,s hasta vencer a los que habían traicionado a su padre. Se apoderó del castillo y pueblo de Maó, mientras que los moros vencidos, se habían retirado al castillo roquero de Santa Águeda.

Después de unos escasos días de descanso, el animoso Alfonso III cabalgó de nuevo al frente de sus tropas, para tomar posesión de toda la isla, bajo la inclemencia del frío y caminos encharcados. Llegando a las cercanías del castillo de Santa Águeda, -Sent Agáyz en arabe- , el almojarife mandó bajar al encuentro de los vencedores, a cuatro moros notables, para rendir al rey aragonés, aquella fortaleza y toda Menorca. Era el 21 de enero de 1287.

Las capitulaciones de rendición eran duras. No sólo quedaban todos los castillos y poblaciones de Menorca, en propiedad absoluta del rey de Aragón, sino también los mismos musulmanes, que permanecían esclavos, si no pagaban un rescate, de siete doblas y media por persona, pero sus fincas, alhajas, mobiliario y demás cosas de su pertenencia, quedaban en poder de los vencedores. Sólo se exceptuaba al almojarife que, con 200 personas entre familiares y allegados, serían llevados libres, a cuenta del rey a Berbería.

El día siguiente de las capitulaciones, el joven monarca entraba al frente de sus tropas victoriosas, en la antigua "Medina-Minurka", Ciutadella. El monarca residió en el que había sido palacio del almojarife, y que desde entonces se denominó, Real Alcázar.

Durante cuarenta y cinco días, de permanencia en la entonces capital menorquina, no permaneció ocioso el joven y activo rey. El rey Alfonso III ordenó la conservación, de los castillos de Santa Águeda y de Maó y el refuerzo, de las defensas de Ciutadella.

Además, para la defensa de la isla, repartió las tierras según el sistema feudal de la época, entre los guerreros que más se habían distinguido en la conquista o sencillamente entre los primeros que se lo solicitaban, ya que el joven rey, conocido por la historia con el sobrenombre de Liberal, "nunca dio repulsa a cualquier persona que le pidiera".


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