miércoles, 3 de agosto de 2016

El día que no esté...

Cuando haya exhalado mi último suspiro, quisiera que alguien, en mi despedida, si la tengo, leyese estos versos, escritos un día para esa ocasión...                


El día en que no esté, no digáis que era bueno,
decid que era rebelde, cuestionador, inquieto,
que no estaba conforme con esto o con aquello,
que era hasta irreverente, en asuntos diversos.

El día en que no esté, no digáis que era bueno,
afirmad que pensaba diferente en extremo,
que era un iconoclasta, un díscolo, un perverso,
que siempre dijo no, al necio y al violento.

El día en que no esté, no digáis que era bueno,
decid que era vital, inconformista, terco,
que solo algunas cosas despertaban mi celo,
que amaba con pasión, la vida, el mar, el cielo.

El día en que no esté, no digáis que era bueno,
recordadme parcial, apasionado, incierto,
disconforme con todo y conforme al mismo tiempo,
contradictorio en suma, humano, a fin de cuento.

El día en que no esté, no digáis que era bueno,
no lo digáis jamás, otra cosa antes que eso,
el día en que unos cuantos, os concitéis en ello,
ese día fatal, por siempre estaré muerto.

J. M. Hidalgo (Última voluntad)
                                       

2 comentarios:

  1. Una vez leídos los versos, no me queda otro remedio que decir: que es la pura realidad. Antes de decir que el muerto era bueno, hay que resaltar las inquietudes que tenía y los sueños perdidos que había tenido buscando posibles soluciones. Nunca quedar bien diciendo que tenía sus faltas como todo el mundo las tiene, pero al fin y al cabo era bueno.

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  2. Muy bueno. Lo utilizaré en mi epitafio, con permiso del autor.

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