viernes, 19 de enero de 2018

Klaus Barbie, historia de un criminal de guerra

Tal día como hoy 19 de enero de 1983, en Bolivia, la policía arresta a Klaus Barbie, que estaba considerado como un criminal de guerra nazi.

Klaus Barbie Altmann, fue un alto oficial de las SS y la Gestapo durante el régimen nazi, involucrado en numerosos crímenes de guerra y contra la humanidad durante la Segunda Guerra Mundial, especialmente en Francia, donde se le  conocía como “El carnicero de Lyon”, porque torturó prisioneros franceses mientras estaba en Lyon.

Se salvó de la detención por los servicios secretos estadounidenses, con los que había colaborado y   pasó posteriormente a vivir en Bolivia, escogiendo Sudamérica porque  le permitía cierto margen de maniobra a individuos con sus antecedentes. En el caso de Barbie eso se vio reflejado en privilegios comerciales del gobierno boliviano.

Klaus Barbie se había alistado en las SS en septiembre de 1935 y en mayo de 1937 se afilió al Partido Nacional Socialista Obrero Alemán. En 1941, durante la Segunda Guerra Mundial, fue destinado a  Ámsterdam y más tarde, en mayo de 1942, a Lyon – Francia - donde se ganó el apodo de “El Carnicero de Lyon” como jefe de la Gestapo local.

Fue acusado de numerosos crímenes y sólo en Francia se atribuyen a su actividad o a la de sus subordinados el envío a campos de concentración de 7.500 personas, 4.432 asesinatos y el arresto y tortura de 14.311 combatientes de la Resistencia.

Tras el final de la guerra, Barbie voló a Alemania y creó una nueva vida bajo identidad falsa, siendo  protegido y empleado por los servicios de contraespionaje de los Estados Unidos  para los que trabajó entre 1947 y 1951, en actividades contra el comunismo y ese año, se trasladó a Bolivia, a través de una ruta de escape organizadas tras la Segunda Guerra Mundial para que criminales de guerra nazis pudieran huir.

Barbie, su mujer y sus dos hijos llegaron a Bolivia a fines de 1955 y adoptó el apellido de Altman.  Durante la dictadura del general Barrientos en 1964, fue nombrado gerente de la compañía marítima estatal, la Transmarítima Boliviana, que actuaba como tapadera de tráfico de armas al servicio de la dictadura.

Tras la muerte de Barrientos, la suerte de Barbie pareció empeorar, dejó Bolivia y se estableció en Perú. Sin embargo, su identidad fue desvelada por la prensa, lo que propició que los “cazanazis” diesen con su paradero y comenzaran una campaña de acoso, por lo cual volvió a Bolivia amparado por las sucesivas dictaduras de Hugo Banzer y Luis García Meza Tejada en cuyos golpes de Estado tomó parte.

La privilegiada situación de Barbie cambió en 1982, con la llegada de un gobierno democrático de centro-izquierda al país y el 25 de enero de 1983, el gobierno del presidente Siles Suazo lo deportó a  Francia.

Su proceso judicial comenzó en enero de 1987 en Lyon. Barbie negó todos los cargos y  su abogado  utilizó un argumento basado en la tesis de que las acciones de Barbie no fueron más terribles que las de cualquier colonialista en cualquier parte del mundo, incluyendo a los franceses.

Finalmente, el 4 de julio de 1987 fue sentenciado a cadena perpetua por crímenes contra la humanidad y cuatro años después, el 25 de septiembre de 1991, falleció de leucemia.

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