sábado, 13 de enero de 2018

El origen de la Orden del Temple

Tal día como hoy 13 de enero de 1129, en Troyes -Francia -, tuvo lugar el concilio donde se reconoció oficialmente a la Orden del Temple.

"La Orden de los Pobres Compañeros de Cristo y del Templo de Salomón", también llamada la Orden del Temple, cuyos miembros son más conocidos como caballeros templarios, fue una de las más poderosas órdenes militares cristianas de la Edad Media, que se mantuvo activa durante algo menos de dos siglos.

Fue fundada en 1118 o 1119 por nueve caballeros franceses bajo el liderazgo de Hugo de Payns tras la Primera Cruzada. Su propósito original era proteger las vidas de los cristianos que peregrinaban a Jerusalén tras su conquista y fue reconocida por el patriarca latino de Jerusalén Garmond de Picquigny, que le impuso como regla la de los agustinos del Santo Sepulcro.

Fue aprobada oficialmente por la Iglesia católica en 1129, durante el Concilio de Troyes y la Orden del Temple creció rápidamente en tamaño y poder, distinguiéndose los caballeros templarios por  un manto blanco con una cruz paté roja dibujada en él.

Desde el punto de vista militar, sus miembros se encontraban entre las unidades mejor entrenadas que participaron en las Cruzadas y los no combatientes de la orden gestionaron una compleja estructura económica dentro del mundo cristiano, creando incluso, nuevas técnicas financieras que constituyen una forma primitiva de los modernos bancos.  La orden, además, edificó una serie de fortificaciones por todo el mar Mediterráneo y Tierra Santa.

El éxito de los templarios se vincula estrechamente a las Cruzadas y la pérdida de Tierra Santa derivó en la desaparición de los apoyos a la orden, a lo que contribuyó también, los rumores generados en torno a la secreta ceremonia de iniciación de los templarios que crearon una gran desconfianza hacia ellos.

El rey Felipe IV de Francia, que estaba fuertemente endeudado con la orden y atemorizado por su creciente poder, comenzó a presionar al papa Clemente V con el objeto de que tomara medidas contra sus integrantes.

El papa se plegó a sus peticiones  y en  el 1307, un gran número de templarios fueron arbitrariamente apresados, inducidos a confesar bajo tortura y quemados en la hoguera y poco más tarde, en 1312, Clemente V cedió a las presiones de Felipe IV y disolvió la orden.

Su abrupta erradicación dio lugar a especulaciones y leyendas sobre supuestos tesoros escondidos, que han mantenido vivo hasta nuestros días el nombre de los caballeros templarios y los mantiene envueltos en un halo de misterio.

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