sábado, 28 de diciembre de 2019

El primer lavavajillas de la Historia

Tal día como hoy 28 de diciembre de 1886, en Estados Unidos, se patenta el primer lavavajillas funcional de la Historia

Josephine Cochrane recibe en Estados Unidos, la patente del primer lavavajillas funcional. La inventora y empresaria estadounidense Josephine Garis Cochran recibió la patente el 28 de diciembre de 1886 por su inventó del primer lavavajillas funcional en Shelbyville, Illinois. Cochran era una mujer rica y muy ocupada y deseaba contar con una máquina que lavara los platos más rápido que sus propios sirvientes, y sin romperlos y como pudo encontrar ninguna, la construyó ella misma.

Cochran, se sentía bastante frustrada al ver que su porcelana fina se estuviera desportillando, principalmente por lo rudos que eran los sirvientes al limpiarla en el fregadero. Al principio, intentó lavar los platos ella misma, pero vio que se trataba de una tarea pesada y pensó que debía haber una mejor manera y “si no la encuentro la inventaré yo misma”, pensó la empresaria.

Su padre era ingeniero civil y su bisabuelo, John Fitch, fue un inventor conocido por sus creaciones relacionadas con los barcos de vapor así que, en cierta manera, la creatividad corría por sus venas. Curiosamente, Cochrane no tuvo educación formal en ciencias.

Elaboró un diseño que empleaba chorros de agua y un escurridor que mantendría la vajilla sucia en su sitio sin moverse. En esta época su marido murió y le asaltaron las deudas. Esta situación sirvió para desear fervientemente dar con un modelo exitoso de su máquina. Aunque otros habían intentado crear dispositivos similares en el pasado, ninguno se había vuelto comercialmente viable. Cochrane estaba decidida a que su máquina pudiera satisfacer una necesidad real para los consumidores, la necesidad por la que ella se inclinó al diseño de este dispositivo para la cocina.

Una vez medidos los platos y construidos los compartimientos de alambre para colocar platos, tazas y demás enseres, los colocó dentro de una rueda plana dentro de una caldera de cobre. La rueda giraba, impulsada por un motor, y el agua jabonosa caía sobre los platos para limpiarlos. Ya estaba lista.

El 28 de diciembre de 1886 patentó su  invento y comenzó a fabricarlos únicamente para sus amigos. Había nacido el "Lavavajillas Cochrane". Los restaurantes y hoteles no tardaron en interesarse por su invento. En 1893, Cochrane presentó su máquina en la Feria Mundial de Chicago, donde ganó un premio por su diseño y durabilidad.

Aunque los lavavajillas de Cochrane tuvieron un relativo éxito para uso industrial y conseguían una notable higiene, encontraron numerosos rechazos por parte de trabajadores de cocina, al ver peligrar sus empleos y tampoco llegaron a convertirse en elementos habituales dentro de los hogares a causa del elevado precio y el excesivo tamaño de los aparatos, las rudimentarias instalaciones de agua caliente o los prejuicios machistas.

El primer lavaplatos eléctrico no llegó hasta 1913, desarrollado por Watson Brothers Dishwasher Company, de Syracusa (Nueva York) y asimismo responsable unos años antes (1909) de una máquina lavavajillas que funcionaba a gasolina.

Sin embargo, la difusión de los lavavajillas domésticos no llegó hasta el crecimiento demográfico de la década de 1950, aunque inicialmente sólo accesibles a las clases pudientes y vendidos como elementos independientes o aparatos portátiles. A partir de la década de 1970, gracias a la popularidad de las encimeras y de los armarios de cocina en alto, los lavavajillas llegaron a la clase media de EEUU y Europa Occidental, pudiendo venderse en tamaños y diseños estandarizados.
Muy Historia

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