Tal día como
hoy, 13 de diciembre de 1469, Isabel la Católica fue proclamada
reina de Castilla, tras la muerte de su hermano Enrique IV. La
coronación tuvo lugar en Segovia y se celebró bajo el Tratado de
los Toros de Guisando. Esto provocó acto seguido el inicio de la
Guerra de Sucesión Castellana, entre los partidarios de Isabel y los
de su sobrina Juana.
Enrique IV muere en Madrid, el 12 de diciembre de
1474 y al día siguiente, en Segovia, su hermana, la princesa Isabel,
manda alzar pendones por “¡Castilla! ¡Castilla!, ¡por el rey
Fernando y por la reina Isabel, su mujer, propietaria de estos
reinos!”, y de esta forma, ella zanja de una manera unilateral el
problema dinástico que estaba pendiente desde hacía diez años.
Algunas ciudades, como Ávila, Valladolid,
Tordesillas y Toledo, reconocen a Isabel como reina; otras, como
Burgos, Zamora y las ciudades andaluzas, prefieren esperar a que se
aclare la situación.
El cardenal Pedro González de Mendoza, el
arzobispo de Toledo, el conde de Benavente, el marqués de
Santillana, el duque de Alba, el Almirante, el Condestable, el duque
de Alburquerque, juran a Isabel como reina legítima de Castilla.
Pero el duque de Arévalo y Diego López Pacheco, marqués de
Villena, se niegan a rendirle homenaje.
El rey de Portugal, Alfonso V, pretende defender
los derechos de su sobrina Juana, con quien acaba de contraer
matrimonio y los nobles castellanos hostiles a Isabel entran en
rebeldía. La guerra de Sucesión Castellana tiene, pues, un carácter
doble de guerra civil y de guerra internacional.
En los primeros meses de la campaña, los
portugueses se apoderan de parte de Extremadura y de Galicia, ocupan
Toro y, durante algunos días, Zamora. Cuentan con una invasión
francesa por el norte para obligar a los Reyes Católicos a
capitular.
Pero la reorganización del ejército castellano y
la ayuda de Aragón permiten una contraofensiva de Fernando y a
principios de marzo de 1476, en Toro, las tropas castellanas derrotan
a las portuguesas. Alfonso V de Portugal espera restablecer la
situación a su favor con la alianza de Francia; pero la renuncia
momentánea de Aragón a sus derechos sobre el Rosellón incita a
Luis XI, rey de Francia, a retirarse del conflicto.
Los reyes de Castilla afianzan su poder, reuniendo
las Cortes en Madrigal. en abril de 1476 y Fernando pacifica la
tierra de Zamora, mientras Isabel se dirige a Andalucía. En febrero
de 1479, Fernando, que desde hace algunas semanas es ya rey de
Aragón por muerte de su padre, derrota a los últimos partidarios de
Juana “la Beltraneja”, en la batalla de Albuera.
El tratado de Alcáçobas, en septiembre de 1479,
pone fin a la guerra: Isabel y Fernando quedan como reyes de Castilla
y Juana “la Beltraneja”, renuncia a sus supuestos derechos y se
la obliga a pasar el resto de su vida en un convento de Coimbra,
donde muere en 1530.
Se acuerdan los desposorios del infante Alfonso,
hijo del príncipe heredero de Portugal, con la infanta Isabel, hija
de los Reyes Católicos y Castilla acepta la expansión portuguesa en
África, con lo cual se pone fin a la guerra.
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