lunes, 2 de diciembre de 2019

Pío IX, el último rey-papa

Tal día como hoy 8 de diciembre de 1864, el Papa Pío IX, tras una fase de indecisiones, publica el "Syllabus Errorum", o sumario de errores, que son 80 proposiciones condenando el racionalismo, el liberalismo, la democracia, el sindicalismo, el modernismo, el escepticismo científico...

Pío IX, nació el 13 de mayo de 1792 y fié elegido pontífice en 1846, suscitando esperanzas en los ambientes patrióticos liberales y católicos y en los primeros dos años del pontificado, se ganó el título de papa liberal, patriótico y reformador.

En abril de 1848, Pío IX tomó distancia de las facciones más radicales de los patriotas italianos. A raíz del desencadenamiento de motines en Roma, se trasladó a Gaeta, mientras que en la ciudad eterna se proclamaba poco después, en 1849, la República Romana. Las iglesias fueron saqueadas y se incautaron las obras de arte, propiedad de la Iglesia, para pagar a la masonería británica, que había anticipado el dinero necesario para tomar Roma.

Gracias a la intervención de las tropas francesas, el Papa pudo volver a la capital en 1850. Desde entonces, el Pontífice puso en marcha una política de intransigencia hacia el poder laico, convirtiéndose en el adversario más acérrimo del ala anticlerical de la masonería.

En 1854, proclamó el dogma de la Inmaculada Concepción y, en el primer Concilio Vaticano -1869- el dogma de la infalibilidad papal. En 1864, promulgó la enclítica “Quanta cura”, con el anexo del “Sillabus”, una lista de enseñanzas prohibidas, con la que la iglesia condenaba los errores y los conceptos liberales e iluministas.

Con la llegada de la unidad de Italia, el último papa-rey se vio desposeído de las regiones de la Romaña, Umbría, las Marcas y, en 1870, la misma Roma, que marcó el fin del poder temporal de los papas.

Según Pío IX, todos los males que se abatieron en aquél tiempo sobre la Iglesia y la sociedad provenían del ateismo y del cientifismo del siglo XVII, postulado y exaltado por la Revolución Francesa y la masonería.

Ante estas acusaciones, la Masonería reaccionó con un desdén violento. En primer lugar, convocó un «Anticoncilio masónico, Asamblea de librepensadores» con la idea de liderar un movimiento internacional dedicado a combatir sin tregua al Vaticano.

En esta situación de beligerancia continua, Pío IX no perdió el ánimo y siguió su trabajo para compactar la Iglesia en torno a un principio de unidad e impulsó procesiones, peregrinaciones y todas las formas de piedad popular.

Su popularidad creció enormemente, siendo obstinado en no aceptar ningún arreglo con el Estado italiano y murió el 7 de febrero de 1878, pero la masonería trató de perseguirlo incluso tras la muerte.

La noche del 12 de julio de 1881, su féretro fue trasladado del Vaticano al cementerio del Verano y la masonería organizó una manifestación, con lanzamiento de piedras, imprecaciones, blasfemias, y canciones obscenas, contra el cortejo fúnebre.

El culmen de la agresión tuvo lugar cuando el cortejo pasó por el puente Sant'Angelo. Al grito de “¡muerte al Papa, muerte a los curas!”, un grupo de exaltados trató de arrojar el cadáver de Pío IX al rio Tíber, pero los católicos rechazaron el ataque y lo impidieron.

No hay comentarios:

Publicar un comentario