domingo, 8 de diciembre de 2019

La cumbre

Tenía que haberse celebrado en Chile, pero allí no está el horno para bollos y se decidió buscar otro lugar.

El Presidente en funciones, que por salir en la foto se apunta a un bombardeo atómico, ofreció Madrid - total, solo cuesta 85 millones de euros - y todos se encaminaron hacia la capital de España.

Bueno, todos no, faltaron los más importantes. El mandatario de Estados Unidos no vino porque no cree en el cambio climático. Tampoco lo hizo el de la India, país contaminante en extremo, ni el de Rusia, que pasó olimpicamente, ni tampoco el de China, campeón mundial de la contaminación, que ha prometido, de boquilla, que limitará le emisión de gases de efecto invernadero, "a partir del 2030".

Los demás vinieron. Lo hicieron en sus gigantescos aviones, que por lo que se ve no contaminan, rodeados de un ejército de asesores, escoltas, y allegados de su familia, con la sana intención de pasar unos días en Madrid, a pan jamón y cuchillo.

Se desplazan por la capital, en caravanas de coches de alta gama, que tampoco son contaminantes y se alojan en hoteles de cinco estrellas, con la calefacción a toda pastilla, seguramente obtenida, mediante la energía eólica.

Entre comilona y comilona, se celebran las reuniones para solucionar el grave problema del planeta, en las que se evidencia la gran preocupación de los asistentes que van, ya que algunos se excusan por algún motivo y no asisten.

Ahora solo nos resta esperar, los resultados de tan sesudos debates, en donde no falta de nada, pues tienen hasta una ecologista adolescente, que deberiá estar en el colegio, en lugar de encabezando cruzadas.

Sin embargo, por lo que ya empiezan a apuntar los medios, mucho me temo que al final de la historia, lo realmente preocupante, sea el currito, que con su coche diésel de más de quince años, porque no le llega el dinero para poder cambiarlo, sea el culpable de todos los males que atenazan al planeta.

¡Pa mear y no echar gota...!

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