Tal día como hoy 4 de enero de 1999 a las 7 de la mañana, se da el pistoletazo de salida para que Europa se una bajo una moneda común: el Euro. Once países de la Unión Europea, representando a un total de 290 millones de habitantes, lanzan una moneda única al mercado con el propósito de conseguir una mayor integración e incrementar el crecimiento económico.
La moneda se hará realidad en los bolsillos de los ciudadanos el 1 de enero de 2002 y sólo sustituirá a la peseta española, marco alemán, marco finlandés, franco francés, lira italiana, florín neerlandés, libra irlandesa, chelín austriaco y escudo portugués definitivamente el 1 de julio de 2002.
Desde finales de los años sesenta, la Unión Económica y Monetaria (UEM) ha sido una ambición recurrente de la Unión Europea. La UEM supone la coordinación de las políticas económicas y presupuestarias, una política monetaria común y una moneda común, el euro. Una moneda única tiene muchas ventajas: el comercio transfronterizo es más fácil para las empresas, la economía obtiene mejores resultados y los consumidores tienen más elección y mayores oportunidades.
Sin embargo, diversas barreras políticas y económicas obstaculizaron el camino: un compromiso político a veces débil, divergencias en las prioridades económicas y turbulencias en los mercados internacionales. Todos estos escollos hubieron de superarse para garantizar el avance hacia la Unión Económica y Monetaria.
La estabilidad monetaria internacional que reinó en el período inmediatamente posterior a la guerra no duró mucho tiempo. La agitación de los mercados monetarios internacionales amenazó el sistema de precios comunes de la política agrícola común, uno de los principales pilares de la entonces Comunidad Económica Europea. Intentos posteriores de conseguir tipos de cambio estables fracasaron debido a la crisis del petróleo y otros contratiempos hasta que, en 1979, se puso en marcha el Sistema Monetario Europeo (SME)..
El SME se basaba en un sistema de tipos de cambio utilizados para mantener las monedas participantes dentro de un estrecho intervalo. Este enfoque totalmente nuevo supuso una coordinación sin precedentes de las políticas monetarias entre países de la UE y funcionó con éxito durante más de una década. No obstante, fue bajo la presidencia de Jacques Delors cuando los gobernadores de los bancos centrales de los países de la UE elaboraron el "Informe Delors" sobre cómo conseguir una UEM.
El Informe Delors propuso un período preparatorio en tres etapas, entre 1990 y 1999, para lograr la Unión Económica y Monetaria y la zona del euro. Los líderes europeos aceptaron las recomendaciones del Informe Delors.
El nuevo Tratado de la Unión Europea, que incluía las disposiciones necesarias para la aplicar la unión monetaria, fue aprobado en el Consejo Europeo de Maastricht (Países Bajos), en diciembre de 1991.
Tras una década de preparativos, el 1 de enero de 1999 se introdujo el euro: durante los tres primeros años fue una moneda "invisible", ya que solo se utilizaba a efectos contables y en los pagos electrónicos. Las monedas y los billetes se pusieron en circulación el 1 de enero de 2002 y en 12 países de la UE se produjo el mayor cambio de moneda de la historia.
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