lunes, 11 de enero de 2021

La trágica vuelta al planeta de Amelia Earhart

 

Tal día como hoy 11 de enero de 1935, comenzó el viaje en solitario de Amelia Earhart a través del Pacífico. Ella fue la primera persona que cruzó estas aguas sola. Ella voló de Honolulu, Hawaii a California.

Amelia Earhart fue una de esas personas que rompen moldes. Nacida en Estados Unidos en 1898, con la llegada de la Primera Guerra Mundial tuvo sus primeros contactos con el mundo de la aviación gracias a su labor como enfermera durante la contienda. En 1920, tras su vuelta a California, donde se instaló su familia, Amelia tuvo la oportunidad de realizar un breve vuelo como pasajera. Fue tal la sensación que experimentó que a partir de aquel momento su destino estaría sellado.

No tardó mucho tiempo hasta que comenzó a tomar clases como piloto de la mano de otra leyenda, Mary Anita Snook – más conocida como Neta Snook -, primera mujer estadounidense en dirigir una escuela de vuelo y un aeropuerto privado. Estas primeras lecciones llevaron a la impetuosa Amelia a comprar su propio avión y en los siguientes años, ya lanzada a los aires, comenzaría a fraguar su leyenda batiendo marcas e hitos.

En 1922 batió su primer récord de altitud. En 1928, gracias a un golpe de suerte, se convirtió en la primera mujer en cruzar el océano Atlántico como pasajera, recorriendo en un avión trimotor 3200 kilómetros en 20 horas y 40 minutos desde Canadá hasta Gales.

Reconocida ya en el mundo del vuelo estadounidense, comienza 1937 con el reto de su vida: dar la vuelta al mundo por la línea ecuatorial, haciéndolo además tomando una ruta no convencional. Una vuelta al planeta que acabaría en tragedia y cuyas circunstancias la catapultarían a la fama como una leyenda de la historia de la aviación.

Emulando al mítico piloto que cruzó sin escalas y en solitario el océano Atlántico por primera vez, Charles Lindbergh, Amelia Earhart quiso llevar a cabo su propia hazaña circunnavegando la Tierra por el aire a bordo de un bimotor y la compañía como copiloto de Fred Noonan.

Comenzarían oficialmente su aventura el 1 de junio de 1937 a bordo del histórico Electra 10-E, desde Miami, aunque en un principio partieron desde Oakland, en San Francisco, varios meses antes.

Desde allí, el viaje fue discurriendo a lo largo de las primeras etapas por lugares como San Juan de Puerto Rico (Puerto Rico), Caripito (Venezuela) o Natal (Brasil). Esta última, en el extremo nororiental del gran país sudamericano, paraíso de playas y dunas y emplazamiento del singular Fuerte de los Reyes Magos junto al mar, fue el punto desde el que partieron hacia el continente africano.

Allí les esperaba, en la península de Cabo Verde, la célebre Dakar, capital de Senegal. De Dakar continuaron el viaje en dirección a Gao, la ciudad de los askias, en Malí, una ciudad poco conocida que, sin embargo, conserva el conjunto monumental de la tumba de esta importante dinastía, declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.

Abandonando Gao llegaron por Sudán y Etiopía hasta el final del continente para proseguir la ruta de vuelo a través de Karachi, la ciudad más poblada de Pakistán, donde no pudieron llegar a admirar el que es hoy en día el monumento más bello de la ciudad, construido en la década de 1960, el mausoleo Mazar-e-Quaid, tumba del fundador de Pakistán.

El último tramo de la travesía, el más peligroso, lo afrontaban con la preocupación del gran reto de la vuelta al mundo: atravesar el océano Pacífico.La primera etapa tenía como destino Darwin, la ciudad más al norte de Australia, famosa por su Parque de los cocodrilos y por ser la entrada al Parque Nacional Kakadu, una importante área protegida donde conocer la cultura aborigen del continente.

El 2 de julio, con un tiempo desfavorable, despegaron rumbo a América. Tras varios contactos por radio que lo confirman, parece ser que lograron alcanzar la primera de las etapas, las islas Nukumanu, un atolón situado en el suroeste del océano Pacífico, partiendo desde aquí hacia su penúltima etapa, la isla Howland, a medio camino entre Australia y Hawái.

El último contacto con el guardacostas de la isla Howland indicaba que parecían perdidos y se estaban quedando sin combustible. A partir de ese momento su rastro se perdió y nunca más se supo nada del avión.

La extraña desaparición de los tripulantes y su aeronave dio lugar a todo tipo de elucubraciones, como la teoría de que fueron capturados por los japoneses. Hoy en día, sin embargo, la hipótesis más aceptada apunta a que consiguieron descender hasta la isla de Gardner – un pequeño atolón llamado Isla Nikumaroro actualmente, perteneciente a Kiribati -, donde murieron.

Teoría apoyada por el hallazgo de unos huesos en la isla que, aunque en un principio fueron descartados como los de Amelia, han sido recientemente relacionados con ella a través de un estudio genético, lo que cerraría el misterio por la desaparición de una mujer extraordinaria que cumplió su sueño de vivir volando convirtiéndose en una leyenda.


 

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