jueves, 24 de diciembre de 2015

El día en que la Navidad detuvo a la guerra.

Tal día como hoy 24 de diciembre de 1914, durante la Primera Guerra Mundial se produce la "Tregua de Navidad". 

La tregua fue un alto el fuego, no oficial, entre alemanes, británicos y franceses, que comenzó en realidad  la víspera de la Navidad en el frente occidental, con motivo de la Noche Buena, cuando los alemanes tras decorar sus trincheras, continuaron cantando villancicos - sobre todo “Noche de paz” - mientras los británicos en las del otro lado respondieron con otros villancicos en inglés.

Al poco, se realizaron encuentros en la “tierra de nadie”, intercambiando pequeños regalos como whisky, cigarrillos, comida... mientras la artillería permanecía silenciosa durante toda la noche. 

La tregua también permitió que los muertos recientes fueran enterrados por soldados de los dos bandos en conflicto, llorando sus pérdidas juntos y ofreciéndose su respeto.

El cese en la lucha se propagó por muchas zonas del frente y hay historias sobre la celebración de partidos de fútbol entre las fuerzas enemigas.

Aunque en muchos sectores la lucha sólo se detuvo esa noche, en algunas áreas lo haría hasta el año nuevo, e incluso en algunas hasta el mes de febrero.

El cese de hostilidades  tuvo lugar a pesar de la oposición de los altos mandos de ambos ejércitos y estos, al objeto de evitarlo de nuevo, en los años subsiguientes ordenaron bombardeos de artillería en la víspera de la festividad  y se cambiaron las tropas de sector para evitar que se familiaricen con el enemigo. 

A pesar de esas medidas, también otras navidades hubo encuentros amigables entre soldados, pero en una escala mucho menor que los de aquel año.

De la tregua de Navidad, se ha dicho que fue el último rasgo de caballerosidad en la guerra, en la que ambos bandos se tratarían con respeto.

Desgraciadamente, cada vez nos hemos hecho, tanto en esto como en muchas otras cosas, más y más “civilizados”, pero aquellos días, los que hacen la guerra sin acudir luego nunca a ella, temieron que sus intereses se tambaleasen, si los soldadoas decidían pensar.


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