Tal día como hoy 12 de diciembre del 914, Ordoño II es aclamado en Santiago de Compostela soberano de León por nobles, obispos y abades reunidos en asamblea, siendo ungido y coronado.
Ordoño II de León fue un soberano enérgico y batallador, que combatió contra los musulmanes, y su reinado supuso el tránsito del reino de Asturias al de León, con sede regia en la ciudad de León.
A principios del año 914, Ordoño II heredó el reino, aunque existe un intervalo de varios meses con ausencia de actividad en la curia real leonesa, ya que al parecer Ordoño debió contraer una grave enfermedad de la que, sin embargo, debió recuperarse totalmente, pues a principios de diciembre fue aclamado rey en Santiago de Compostela.
Consolidada su posición y el apoyo de la nobleza, emprendió su primera expedición militar como rey en el verano del 915, contra Mérida y Badajoz, imponiéndoles tributo y regresando a sus tierras con gran botín y muchos cautivos, mandado a su regreso, erigir un nuevo templo catedralicio, para lo que donó su propio palacio, engrandecido con donaciones de tierras.
En el verano del año 916, dirigió una nueva expedición y saqueó las áreas suburbanas que habían quedado indemnes en la anterior campaña, por lo que la reacción andalusí no se hizo esperar y el emir, Abderramán III, ante sus continuos éxitos, reunió un inmenso ejército que incorporaba contingentes africanos y en septiembre de 917, llegó al Duero, donde de forma imprevista fue atacado por Ordoño II y sus tropas, causado – según las crónicas -”tantas bajas a sus enemigos que el número de sus cadáveres excedía del cómputo de los astros”, y entre ellos el comandante de los derrotados musulmanes, cuya cabeza mandó el rey colgar de las almenas de San Esteban de Gormaz, junto a la de un jabalí, animal impuro para los musulmanes.
Pero en julio del 918, salió de Córdoba un nuevo ejército de castigo, derrotando a navarros y leoneses coaligados en dos batallas consecutivas, y poco más tarde el emir cordobés proclamó la guerra santa y organizó la movilización general de su ejército, dirigiéndose a Toledo y Guadalajara, de aquí a Medinaceli, reconquistando también Osma y San Esteban de Gormaz.
En la subsiguiente batalla de Valdejunquera, librada el 26 de julio de 920, el emir cordobés derrotó nuevamente a las escasas huestes reunidas por leoneses y navarros, siendo todos los defensores degollados y antes de volver a Córdoba, ordenó arrasar las tierras cercanas.
A pesar de la derrota, el animoso Ordoño II, reunió un nuevo ejército en el 921 y se dispuso a combatir otra vez a los musulmanes, “internándose tanto en territorio andalusí que llegaron a una sola jornada de Córdoba”, lo cual es falso y probablemente el cronista, lo confundió con Toledo.
Ordoño II falleció tres años después por causas naturales a mediados de junio del año 924, en la ciudad de Zamora, cuando contaba 52 años y sus restos mortales fueron trasladados a León, siendo enterrados en la iglesia catedral que el mismo había mandado construir.
La Primera Crónica General relata así al monarca leonés: “Prudentísimo en la guerra, justo y muy misericordioso con los ciudadanos, piadosísimo y entrañable, fuera del usual modo humano, para los infelices y los pobres y famoso por su honestidad en todos los negocios concernientes al gobierno del reino”, y añade después que “labori nescius cedere “- no sabía descansar – pues temía que la pereza menguara su preocupación por los asuntos del reino.
Ordoño II – hoy casi un desconocido en nuestra historia – fue uno de los mejores reyes hispanos, con un gran sentido de estado, sintiéndose heredero de la España visigoda y aspirando a su restablecimiento, adquiriendo gran renombre en su época que le llevó a figurar en numerosos romances y cancioneros.
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