El suceso tuvo lugar, la noche del 7 al 8 de diciembre, durante la Guerra de los Ochenta Años en la isla de Bommel, entre los ríos Mosa y Waal, cuando el Tercio de Francisco Arias de Bobadilla, de unos cinco mil hombres, combatía bloqueado por la escuadra del almirante Holak.
La situación era desesperada para los españoles, pues, además del cerco, habían que sumar la escasez de víveres y ropas secas, que bien pronto se agotaron, tanto unos como otras, mientras el bloqueo se estrechaba cada día más, ante lo cual los holandeses ofrecieron a los tercios una rendición honrosa, pero la respuesta española fue clara: “Los infantes españoles prefieren la muerte a la deshonra. Ya hablaremos de capitulación después de muertos”.
Ante tal respuesta, el almirante Holak recurrió a un método ya muy utilizado en este conflicto, que era abrir los diques de los ríos para inundar el campamento enemigo, de manera que en poco tiempo no quedó más tierra firme que el montículo de Empel, donde se refugiaron hambrientos, ateridos de frio y batidos por los cañones enemigos, los soldados del Tercio.
En ese crítico momento y según la tradición del suceso, un soldado español mientras cavaba una trinchera para guarecerse de los ataques, tropezó con un objeto de madera allí enterrado, que resultó ser una tabla flamenca, con una imagen representando a la Inmaculada Concepción.
Anunciado el hallazgo a sus jefes, colocaron la imagen en un improvisado altar y el Maestre Bobadilla, con la intención de infundir moral a sus hombres y, considerando el hecho como señal de la protección divina, instó a sus soldados a luchar encomendándose a la Inmaculada:
En la madrugada del día 7 al 8, un frío inusual para la época en aquellas latitudes, acompañado de un viento huracanado, convirtió en hielo la superficie del cauce del Mosa, de tal forma que se podía caminar con seguridad sobre él.
Los españoles, vieron entonces su oportunidad y marcharon sobre el hielo hacia la flota enemiga que confiada, no esperaba un ataque, reinando el desconcierto y el temor al ver que sus barcos, inmóviles en el hielo, iban siendo destruidos un o tras otro por los españoles, hasta que se apoderaron de armas, prisioneros y de todos los barcos no destruidos.
Esa misma madrugada, el tercio recompuesto, marchó hacia el fuerte donde se encontraba la artillería que tan precaria había hecho la situación de los españoles durante el sitio y el Tercio Viejo cargó contra él, siendo tomado en muy poco tiempo pues los holandeses, retrocedían incapaces de parar a los cuadros de eufóricos arcabuceros y piqueros españoles, terminando en una desbandada total de aquellos, en cuanto el fuerte cayó en manos españolas.
El almirante holandés, desconcertado y desesperado ante una derrota que juzgaba imposible exclamo: "Tal parece que Dios es español al obrar, para mí, tan grande milagro", siendo esta la única ocasión en la historia, en que una flota de guerra es vencida por tropas terrestres.
La Inmaculada Concepción, fue tomada desde aquel día - entre vítores y aclamaciones de los soldados - como patrona de los tercios y hoy lo es de la infantería española, aunque este patronazgo se consolidaría trescientos años después, con la bula “Ineffabilis Deus” el 8 de diciembre de 1854, que proclamó dogma de fe católica la Concepción Inmaculada de la Virgen y luego, por real orden de la Reina Regente María Cristina de Habsburgo, el 12 de noviembre de 1892.
El Milagro de Empel, Video:https://www.youtube.com/watch?v=1m_OxpbIiNc
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