A comienzos de 1306, Fernando IV había solicitado entrevistarse con Jaime II y, desde ese momento, los embajadores de ambos intentaron fijar fecha para el encuentro, que hubo de ser aplazado varias veces debido a conflictos internos entre los dos reinos, logrando reunirse ambos en el monasterio de Santa María de Huerta – Soria - en diciembre de 1308.
En la entrevista, se proyectó el reinicio de la Reconquista, deseado por ambos y cimentar el compromiso con lazos de sangre, con el matrimonio de Leonor de Castilla, primogénita y heredera de Fernando IV, con Jaime de Aragón, heredero de Jaime II.
La idea de reiniciar de nuevo la lucha contra el reino de Granada, fue acogida con entusiasmo por los dos reyes, que contaban con la ayuda del rey de Marruecos, en guerra contra el rey de Granada, acordándose que las tropas de Castilla y León atacarían Algeciras y Gibraltar, mientras los aragoneses conquistarían Almería.
Sin embargo, el proyectado matrimonio entre Leonor y Jaime, aunque fue celebrado, nunca se consumó, ya que el infante Jaime - de inclinaciones místicas - terminada la ceremonia nupcial, y después de discutir con su padre, huyó a caballo, dejando abandonada a su esposa, y renunciando a sus derechos a la primogenitura y al trono de Aragón, para ingresar en la Orden de San Juan de Jerusalén, mientras la infanta – compuesta y sin novio - contrajo matrimonio, años más tarde, con Alfonso IV, hijo y nuevo sucesor de Jaime II.
Finalmente, el 19 de diciembre de 1308, en Alcalá de Henares, Fernando IV y los embajadores aragoneses rubricaron el tratado, en el que se acordó iniciar la guerra en julio del año siguiente, comprometiéndose, al igual que el monarca aragonés, a no firmar una paz por separado con el rey granadino, hasta no haber concluido la empresa.
Se pactó, que Castilla aportaría diez galeras y otras tantas Aragón, así como el orden de ataques, comprometiéndose Fernando IV a ceder una sexta parte del reino de Granada al rey aragonés, y le concedió el reino de Almería, pactándose también que, caso de que este reino no se correspondiese con la sexta parte prometida, el arzobispo de Toledo por Castilla y el obispo de Valencia por Aragón, resolverían el conflicto, oferta esta que – por excesivamente generosa - motivó protestas de los nobles, encabezados por el infante Juan de Castilla, aunque la misma no tuvo consecuencia alguna.
La entrada en vigor del tratado, supuso una ampliación de los límites de Aragón, mayores que los acordados en los tratados de Cazorla de 1179 y de Almizra de 1244, y tras la firma, aunque nunca fueron luego respetados, ambos reyes enviaron embajadores al Papa de Aviñón, para solicitar a Clemente V que concediese “bula de cruzada” a la lucha contra los musulmanes.
En abril de 1309 el Papa Clemente, mediante la bula "Indesinentis cure", autorizó predicar la cruzada en Aragón, y otorgó a la empresa los diezmos ya recaudados, que estaban destinados a la conquista de Córcega y Cerdeña.
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