Tal
día como hoy 28 de febrero de 1462, nace Juana “la Beltraneja”,
hija del rey Enrique IV de Castilla y de Juana de Portugal.
A su padre Enrique IV se
le apodaba “el Impotente”, debido a su fama de no atender sus
obligaciones conyugales, pues su primer matrimonio con Blanca de
Navarra, fue anulado por el Papa, tras comprobarse que no había
llegado a consumarse. Por eso, cuando su segunda esposa dio a luz una
niña, fue atribuida a una relación adúltera con Beltrán de la
Cueva, valido del monarca, de ahí el mote de “la Beltraneja”.
Isabel - después la
reina “la católica”- fue madrina del bautizo de Juana, declarada
heredera del reino, aunque los nobles fomentaron la acusación de
ilegítima y tomaron partido por el infante Alfonso, hermano del rey.
En 1464, la guerra civil
había comenzado en Castilla, y los nobles protagonizaron en 1465 la
llamada “Farsa de Ávila”, donde - utilizando un muñeco-
quitaron a Enrique IV sus atributos, ante el pueblo, proclamando a
Alfonso, con solo doce años, rey de Castilla,.
La repentina muerte de
Alfonso en 1468, convirtió a Isabel en candidata de los nobles
rebeldes, pero ella prefirió un acuerdo con su hermano el rey, que
formalizó en septiembre de 1468 en “Toros de Guisando”, mediante
el cual, pasó a ser princesa heredera y a cambio su matrimonio debía
realizarse con el consentimiento previo del monarca.
No obstante ella decidió casarse - sin
consentimiento - con su primo Fernando de Aragón. lo cual incumplía
lo acordado en Guisando, por lo que Enrique volvió a declarar a
Juana otra vez legítima heredera, pactando su matrimonio con el
duque de Guyena, hermano del rey Luis XI de Francia.
Sin embargo en 1472,
murió también el duque de Guyena y a finales de 1474 lo hizo
Enrique IV, aunque antes de morir, volvió a reconocer a su hermana
Isabel como la heredera.
De esta manera, en 1474
Isabel y su sobrina Juana, comenzaron una nueva lucha por la Corona
de Castilla, durante la cual Juana contrajo matrimonio con su tío el
rey Alfonso V de Portugal, treinta años mayor que ella, en una
maniobra política tramada por sus partidarios.
Pero el triunfo de Isabel
en la guerra, significó su reconocimiento como legítima reina de
Castilla, mientras Alfonso V de Portugal renunciaba al trono de
Castilla y al matrimonio con Juana y ésta volvía a ser soltera.
A Juana, se la dejó
elegir entre casarse con el hijo de Isabel y Fernando, de un año de
edad, o ingresar en un convento, optando por lo segundo ya que la
propuesta de matrimonio daba al príncipe el derecho a rechazarla, en
el caso de que no le agradara.
Así, desde 1480, Juana
se hizo monja del convento de Santa Clara en Coimbra, donde
permaneció hasta 1500, cuando el rey portugués le permitió vivir
en un palacio de Lisboa, con una pequeña corte hasta su muerte en
1530, firmando siempre con las palabras, “Yo la reina.”