lunes, 27 de febrero de 2017

Ana María de Soto la primera mujer infante de marina del mundo

 Tal día como hoy 27 de febrero de 1537, por orden del Emperador Carlos V, se organiza el Real Cuerpo de Infantería de Marina español.

Hoy día,  la Infantería de Marina es una unidad considerada cuerpo de élite, encuadrada dentro de la Armada Española y el más antiguo del mundo en esta modalidad bélica.

Creada por Carlos V, tuvo su origen en los “Tercios Viejos”, unidades de infantería terrestres, siendo pensadas y organizadas para ser embarcada en navíos, con caracter accidental y temporal, es decir, cuando eran precisas para realizar campañas o combates específicos.

La política imperialista de Carlos V, obligaba cada vez más a intervenir en distintos lugares, lo que movió al emperador a su implantación con carácter fijo, dado que precisaban determinadas condiciones al tratarse de tropas embarcadas, asignándolas a las escuadras del Mediterráneo.

La “Armada” tuvo un gran protagonista con Carlos V, pues las costa de Italia y el norte de África quedaron desguarnecidas y Barbarroja - corsario considerado un héroe por musulmanes y también cristianos - las asolaba, expulsando a los españoles de Túnez en 1504.

En 1535, el emperador  reunió una flota de cien naves, contando sus aliados y la flota propia, que desembarcó 25.000 hombres en el norte de África, con  los cuales cayeron en manos españolas la fortaleza de La Goleta y las ciudades de Túnez, Bizerta, Bujía y Bona.

Sin embargo, sería Felipe II quien crearía la actual fuerza de desembarco, que reorganizó en 1748  cambiando el nombre de las compañías - conocidas hasta entonces por el de su capitán – por un orden numérico, con ocho batallones y base en Cartagena.

En 1793, una mujer, Ana María de Soto, haciéndose pasar por varón, se alistó y al descubrirse que era mujer, fue licenciada con pensión y honores en 1798, siendo la primera mujer Infante de Marina del mundo.

Con solo 16 años, Ana María, campesina de Aguilar de la Frontera  -  Córdoba -, se hizo pasar por hombre y se alistó en los “Batallones de Marina”, con el nombre de Antonio, comenzando “un caso insólito en la historia de nuestros Ejércitos”.

Decidió hacerlo atraída “por el vistoso uniforme” y sus ganas de ver mundo, trasladándose sola hasta San Fernando – a unos 230 kilómetros-, e ingresando sin que nadie se percatara del engaño, para realizar, como cualquier otro, 5 meses de instrucción y embarcando luego en la fragata ‘Mercedes’, con la que entró en combate en la batalla del cabo San Vicente  -1797 - pues su barco escoltaba al ‘Santísima Trinidad, y también en la defensa de Cádiz, contra la escuadra inglesa .

Ya en tiempo de paz, un reconocimiento médico descubrió el engaño, ordenándose su desembarco inmediato, entre la admiración y respeto de quienes la habían tratado y, en 1798 Carlos IV le concedió el grado de sargento primero; una pensión de dos reales de vellón diarios y el derecho a usar “en los trajes propios de su sexo los colores del uniforme de marina como distintivo militar”.

Al parecer – como ya es tradición de este país con sus héroes - en 1809, le eliminaron su pensión, pues al regentar un estanco “no podía cobrar dos sueltos del estado” y más tarde le revocaron también su licencia de estanquera.

Las cosas de España...

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