viernes, 17 de febrero de 2017

Leonardo: La luz de Málaga en Barcelona

Para ver que Leonardo Fernandez es un pintor genial, y que sus cuadros son la luz y el color de Málaga y Andalucía plasmadas en lienzos, solo hace falta asomarse a ellos. Por eso hoy quiero hablar del hombre.

Ayer el tiempo ayudó al evento, porque hizo todo el día bueno. De todos modos, aunque hubiese llovido, la luminosidad que Leonardo ha traído desde Málaga, habría inundado de luz la ciudad condal, porque sus cuadros expanden en su derredor, toda la vitalidad de los paisajes y las gentes del sur.

Llegué a la hora fijada y él ya estaba allí, tras los abrazos entrañables, me contó que la crisis se nota en todo y más en el arte, aunque agregó, “Los pintores que vendan tres o cuatro obras en una exposición, pueden darse por contentos...” Pero no hacía falta que lo dijese, pues de los cuadros que en esta ocasión presentaba, al cerrarse el primer día de exposición, ya estaban vendidos cuatro y había alguno más reservado.

El maestro, hizo acto de presencia acompañado de su hijo, aunque en esta ocasión no vino con él Lola, su mujer, por motivos de salud, aunque al parecer no graves.

Si Leonardo y su pintura son luz, Lola es la ventana que hace que esa luz sea vista por el mundo. Ella, su más leal seguidora, está siempre a la altura del artista; prudente, callada, inteligente, diciendo solo aquello que conviene y silenciando lo que es mejor no decir...La eché de menos

La galería donde expone, el número ciento veinte de la calle de Pau Claris de Barcelona, es recoleta, acogedora, distribuida en varias salas con entrantes y salientes que se prestan a la contemplación discreta de las obras, porque los amantes del arte son gentes tranquilas, poco bullangueras, que hablan en voz baja mientras miran y comentan...

Cuando la sala registraba una discreta concurrencia, se hicieron las presentaciones de obra y artista y después habló este.

Leonardo es - como todos los grandes hombres – sencillo, de palabras humildes, modesto, y en estos términos se dirigió a la audiencia. Habló de sus cuadros, de la técnica pictórica, de que la pintura era oficio cuyo estadio máximo es el retrato, pero que todas sus fases eran importantes.

Lo dijo con su naturalidad de hombre tímido del sur, que parece no encontrar los vocablos justos y sin embargo en cada una de sus frases se esconde un tratado entero sobre su arte, por el sentimiento que sabe dar a las palabras.

En una de las salas, una joven pintora emocionada, miraba los cuadros mientras decía en voz alta:  - Es algo increíble...¿Cuando llegaré yo a pintar así...? Y allí estuvo, aguardando hasta obtener -como todos - unas palabras del maestro.

Leonardo, heredero y continuador de la escuela andaluza del XIX, cultivador del arte con mayúsculas, sin concesiones a las veleidades de tendencias modernas, de gente que en muchos casos esconden en ellas su incapacidad para pintar, iba con la sencillez que le es proverbial, atendiendo las demandas de información de clientes y amigos, como si las obras que pendían de las paredes las pudiese hacer cualquiera...  Casi me sentí molesto conmigo mismo por quitarle tiempo

Cuando se cerró la sala, todos creímos haber estado en el sur, entre niños jugando, en viejos patios andaluces de azulejos desconchados o sintiendo casi el poder refrescarnos con el agua que manaba de sus grifos.

Si estás en Barcelona o tienes ocasión, busca tiempo, amigo lector, y acércate los próximos días, a ver los cuadros de Leonardo, porque  además de ser la entrada gratis, en ellos vas a encontrar la luz, el color, la alegría y la magia de Málaga que él ha traído, una vez más a Cataluña.

J.M. Hidalgo

1 comentario:

  1. Que bellas palabras y que calidad de obras, me ha encantado esta entrada. Un abrazo enorme.

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