Huérfano desde los 14 años, ingresó poco después como cadete en el ejército, habiendo de hacer frente al sostenimiento de la familia y a la educación de sus hermanos, estando hoy considerado como fundador del actual Ejército del Aire de España.
Durante la dictadura de Primo de Rivera, le nombraron Director General de Aeronáutica, presentando entonces el proyecto que significó la casi independencia de la aviación, respecto de las otras armas del Ejército.
Después del fracaso de la dictadura, se vio obligado a exiliarse y en 1934 regresó a España para colaborar en la preparación del golpe de Estado de julio de 1936 que dio lugar a la guerra civil.
Franco le nombra entonces Jefe del Aire, a cargo de las fuerzas aéreas del "bando nacional" y al haberlo apoyado desde el principio, se convierte en uno de sus hombres de confianza, aunque él entendía que Franco era solo una oportunidad para poder restaurar la monarquía tras el conflicto.
Durante la guerra, Franco y Kindelán tuvieron varias controversias, pues este último criticó la larga duración del conflicto y sugirió que la decisión de demorar un ataque directo a Barcelona había añadido cuatro meses más al final de la guerra.
Después de la victoria de 1939, Kindelán siguió siendo crítico, considerando a Franco como un igual y no un superior y entendiendo el régimen como una regencia, para buscar la restauración de Alfonso XIII.
Otro motivo de disidencia fue el hecho de que durante la guerra mundial, Franco se alineó con Alemania y en cambio Kindelán simpatizaba con el Reino Unido, hasta el punto que los británicos lo utilizan y le sobornaron – a través de sus servicios secretos - para presionar a Franco a restaurar la monarquía, forzando a España a su neutralidad durante la guerra.
En agosto de 1945, tras atacar directamente a Franco en un polémico discurso pro-monárquico, perdió su cargo en la academia militar, mientras su libro “Mis cuadernos de guerra” sufría la censura y se le elimina un pasaje crítico con las decisiones del Generalísimo en el frente del norte.
Kindelán se dedicó entonces a conspirar para asegurar la restauración borbónica y cuando en 1946 se dio a conocer el “manifiesto de Lausana” donde se pedía esta restauración, Franco identifica a Kindelán como el cabecilla y ordena su encarcelamiento, aunque cede a presiones militares y le envía lejos de Madrid, al exilio en las Islas Canarias, pasando a la reserva tres años más tarde, a los 70 años.
Durante sus últimos años, fue parcialmente rehabilitado, ocupando su puesto de académico en la Academia de Historia, concediéndole la Medalla Aérea - que aceptó con la aprobación de Juan de Borbón - y nombrándole Marqués, aunque este gesto se interpretó como una burla irónica de Franco, en el sentido de que pese a sus esfuerzos, era él y no el rey quien le concedía el titulo y España seguía aún bajo su mando.
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