Tal día como hoy, 10 de Abril de 1938
en Austria, tiene lugar un plebiscito controlado, tras la invasión
de Adolf Hitler el 12 de marzo, donde el 99,7 por ciento de los
austríacos mayores de 20 años aprueba el Anschluss – "Unión"
- para la unificación política de Austria y Alemania.
El Tratado de Versalles prohibía
expresamente la unión de Alemania y Austria en un solo Estado. Sin
embargo, ésta era una de las principales reivindicaciones que Adolf
Hitler expresaba en su libro Mein Kampf.
La población austríaca era, como la
alemana, mayoritariamente germánica. Una importante proporción de
los ciudadanos, fundamentalmente los nazis austríacos, eran favorable a la integración estatal con
Alemania, lo cual llevó al dictador alemán a forjar la idea de una
“Gran Alemania”.
En ello pesaba sin duda la situación
económica de Austria, todavía muy deteriorada por las repercusiones
de la crisis de 1929, y que hacía que Alemania fuese vista por los
austríacos como la posible solución a sus problemas.
Hitler ya había intentado la anexión
de Austria en 1934, cuando el primer ministro austríaco Dollfuss -
de tendencia fascista- fue asesinado por los nazis alemanes que
intentaron tomar el poder por la fuerza. El fracaso del golpe de
estado y la determinante oposición de Benito Mussolini a la anexión
que Alemania perseguía, hicieron fracasar los planes de Hitler.
A partir de esa fecha la inestabilidad
política de Austria fue creciendo, alentada por el propio Hitler y
el nazismo austríaco que animó a Hitler, a presionar al
primer ministro austriaco, Schuschnigg para que consintiese el “Anschluss” -
unión o anexión - del país.
Ante tales amenazas, el canciller
austríaco pidió ayuda a Francia y Gran Bretaña que, sin embargo,
rehusaron intervenir. Para legitimar su postura, Schuschnigg convocó
para el 13 de marzo de 1938 un referéndum, que expresara la posición
de la población austríaca respecto al Anschluss, pero Hitler se
opuso a tal plebiscito, dado que no deseaba correr el riesgo de un
posible rechazo de los austríacos a la unión.
El 12 de marzo de 1938 las tropas
alemanas entraron en Austria y para entonces, el primer ministro
austríaco había presentado su dimisión y había sido sustituido
por el pro-nazi Seyss-Inquart, mientras las tropas alemanas fueron
recibidas con júbilo, por la mayoría de la población austríaca.
Así desaparecía la I República de
Austria, surgida tras la I Guerra Mundial de la desmembración del
otrora poderoso Imperio Austríaco. El país quedaba anexionado a
Alemania con el nombre de “Marca Oriental”.
Para legitimar la anexión, Hitler
convocó un referéndum el 10 de abril de 1938, que arrojó unos resultados
abrumadoramente favorables a la unión. Hay que destacar, que el voto no
fue secreto y los votantes tuvieron que cumplimentar la papeleta,
delante de los miembros de las SS sin poder introducirla en la urna
directamente.
La tibia oposición de las potencias
vencedoras en la Gran Guerra - especialmente Reino Unido y Francia -
que debían haber garantizado el cumplimiento de los acuerdos de
Versalles respecto a Austria, estimularon la política expansionista
de Hitler.
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