Tal día como hoy, 16 de abril de 1912,
la aviadora norteamericana Harriet Quimby, es la primera mujer en cruzar
el Canal de la Mancha, al tripular su monoplano, fabricado por el
pionero francés de la aviación Louis Bleriot, desde las costas de
Dover, en Inglaterra, hasta las playas de Hardelot, en Francia.
Dotada de una brillante inteligencia,
radiante belleza y un espíritu audaz, supo hacer sabio uso de todas
esas cualidades y consiguió cuanto se propuso. En una época en que
las mujeres no podían votar, fue actriz, periodista, guionista y
fotógrafa pero, por encima de todo, su vocación era la de aviadora.
En 1911 se convirtió en la primera
norteamericana en obtener la licencia de vuelo y tan solo un año
después, el 16 de abril de 1912, consiguió cruzar el Canal de la
Mancha pilotando un Blériot-Eindecker equipada con un reloj, una
brújula que apenas sabía manejar y una bolsa de agua caliente, en
un vuelo de apenas una hora sin incidencias.
Corre el año 1900 y la familia Quimby
abandona su Michigan natal para trasladarse a San Francisco,
California, donde se dedican a la agricultura, pero no les resulta
rentable y deciden buscar nuevos horizontes. El matrimonio tiene dos
hijas, Harriet, la mayor, de 25 años, alta, delgada y de
estilizada figura.
Harriet es una mujer avanzada a su
tiempo y en unos años en los que las
sufragistas pugnan por defender sus derechos ella, emprende su
particular cruzada “feminista” en pos de sus metas personales.
Consciente del poder que su belleza le
otorga, decide abandonar el hogar paterno y probar suerte como actriz
y tras interpretar un pequeño papel en el cine mudo, decide escribir
guiones cinematográficos y despues dedicarse al periodismo.
Así, en 1904 se traslada a Nueva York, donde es contratada
como reportera y como crítico teatral, y consigue fama en el gremio.
En 1906 cubre la información sobre la
celebración de un rally y decide conducir su propio automóvil y
empieza a destacar por su glamour entre la “jet set”. Fuma, es
autosuficiente y proyecta la imagen de mujer moderna y liberada.
En 1910, Harriet Quimby asiste a un
torneo aéreo internacional en Long Island y allí se despierta su
fascinación por el vuelo. Decidida a probarlo, acude a la escuela de
los hermanos Wright, que la rechazan por su sexo. Pero Harriet no se
da por vencida y acude a un instructor privado de vuelo, consiguiendo
su licencia en 1911 y demuestra poseer una capacidad innata para
volar.
Hábilmente, cultiva su imagen cuando
realiza una proeza: vuela ataviada con un elegante traje de satén
que ella misma diseñó y se convierte en la primera mujer en
realizar un vuelo nocturno y concibe la idea
de cruzar el Canal de la Mancha.
Acude en Londres al periódico Daily Mirror y
consigue la financiación de su proyecto a cambio de la exclusiva. El escepticismo de aquellos que la despiden en el hangar
es total. Su propio instructor le ofrece ocupar su lugar ataviado con
sus ropas.
Una hora después aterriza en la playa
de Calais y es recibida por los alborozados pescadores de la zona.
Había marcado un hito en la historia de la aviación.
Pero la gloria es efímera y Harriet no
pudo escapar a su trágico destino: un accidente aéreo segó su vida
solo dos meses después, cuando la aviadora salió despedida
de su aparato, durante una competición aérea tras perder a su
copiloto, cuando tenía 37 años. La experimentación aeronáutica se
hallaba en ciernes y no llevaban puestos cinturones de seguridad y esto les
costó la vida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario