viernes, 10 de julio de 2020

La batalla de Dirraquio, cuando Pompeyo pudo acabar con Julio César

Tal día como hoy 10 de julio del año 48 a.C., Pompeyo el Magno pudo haber derrotado definitivamente a Julio César, en el curso de la Segunda Guerra Civil de la República -que enfrentaba a los dos Caudillos - y que podría haber cambiado para siempre la Historia Antigua y el devenir de Roma, que probablemente no habría sido el Imperio fundado por Octavio, el sobrino de César.

Fue en la batalla de Dirraquio, sucedida tal día como hoy, donde Julio César y Cneo Pompeyo Magno se enfrentaron en las afueras de la ciudad de Dirraquio, actual Durrës, en Albania.

César había acampado su ejército en unos cerros a pocos kilómetros al este de Dirraquio, desde donde podía ver la vanguardia de Pompeyo. Al comprobar que estaba aislado de su base, Pompeyo tomó posición inmediatamente al sur del lugar en que se encontraba César, quedando separados por un torrente.

Posicionados ambos contendientes, construyeron un muro para proteger su posición: César uno de 22 kilómetros de largo alrededor de la posición en que se encontraba Pompeyo; éste, uno de 12 kilómetros de largo y a un kilómetro y medio de la costa.

Pompeyo, con la información de unos desertores del bando de César, planificó efectuar un ataque combinado por tierra y por mar contra el ala izquierda de su enemigo. Éste iba a ser atacada simultáneamente por el frente, por el costado y por la retaguardia.

El 9 de julio, por la noche, se inició el ataque combinado contra el punto débil revelado por los desertores, lo que le permitió a Pompeyo sorprender a las 2 cohortes de guardia en ese sector, cuyos soldados, presos de pánico, huyeron hacia el interior, impidiendo el avance de los refuerzos.

César logró llegar hasta el lugar y rechazó a las fuerzas de Pompeyo, pero éste desplegó su caballería e hizo huir a las tropas de César, el que optó por ordenar la retirada.Afortunadamente para César, Pompeyo creyó que la retirada de su enemigo era una trampa y por eso no lo persiguió

Cuán diferente podría haber sido la Historia, si Pompeyo hubiera sido valiente y atacado al general de las Galias en su retirada. Sólo varias semanas después, el 9 de agosto, César se cobró su venganza en la batalla de Farsalia, la que pasaría a la Historia como la definitiva en la Guerra Civil de la República y la derrota sin paliativos de Pompeyo.

Aquel que, tal día como hoy, tuvo en su mano acabar con su enemigo, el mismo que, con su victoria, se coronó amo de Roma y sentó las bases del Imperio que llegaría a los confines de Europa.

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