Tal día como hoy 16 de julio de del
año 622, en Arabia, el profeta Mahoma inicia su viaje desde La Meca
hacia Medina, hecho que se conoce como La Hégira.
El 16 de julio del año 622, Mahoma y
sus seguidores tuvieron que huir de La Meca y refugiarse en la ciudad
de Medina. Este viaje fue la hégira, que en árabe quiere decir
“emigración”. Este periplo tuvo su importancia, ya que, a partir
de esa fecha, comienza el calendario islámico, que se sigue
actualmente en los países con mayoría musulmana.
A partir de ese momento, Mahoma, desde
la ciudad de Medina, proclamó que toda persona, fuera cual fuera su
raza o color, podía unirse al islam. No se dirigió solo a los
árabes, sino que predicó un mensaje universal y personal. La
relación entre Alá y sus fieles es directa, sin más intermediarios
que el propio profeta. Fueron 10 años los que Mahoma y sus
seguidores vivieron en el exilio y tuvieron que sufrir combates
inciertos, antes de afianzar su fuerza y entrar victoriosos en La
Meca en el año 630.
Dos años después, Mahoma murió en
Medina, sin que tuviera un sucesor claro. Su legado fue una comunidad
que se organizaba en torno a la religión, que se desvinculaba de las
estructuras antiguas de las tribus árabes y que demostró tener una
gran fuerza y capacidad para ganar seguidores y conseguir una
expansión, más allá de los límites de Arabia.
Esta unidad de los árabes en torno a
una religión que tenía un mensaje universal, amén de otro
proselitista, les indujo a concentrar sus esfuerzos y a no pelear
entre ellos, como había ocurrido en tiempos pretéritos. Llegaron a
la conclusión de que era mejor expandirse y difundir la religión
fuera de los límites de los desiertos de Arabia.
Se puso en marcha una fuerza bélica de
proporciones gigantescas que llevó a que, en 642, solo 10 años
después de la muerte de Mahoma, el islam controlase los territorios
donde había nacido la civilización: Egipto y Mesopotamia. En el 711
llegaron por el oeste a la península Ibérica y, por el este a la
India, zona muy rica y de gran extensión.
El avance del islam ha sido continuo a
lo largo de la historia hasta nuestros días, como por ejemplo en
África. Si embargo, ha sufrido serios reveses que marcaron sus
límites geográficos y de influencia. En el año 732, la batalla de
Poitiers, en el centro de Francia, marcó un punto de inflexión en
la penetración territorial musulmana en lo que a Europa occidental
se refiere.
La península Ibérica fue durante
siete siglos un territorio de continuos enfrentamientos, pero también
convivieron musulmanes y cristianos, hasta que, en 1492, cayó el
reino de Granada. Este hecho consolidó claramente la línea de
separación entre el islam y el cristianismo, algo que perdura hasta
la actualidad.
Constantinopla, capital del imperio
bizantino, fue atacada desde 674 sin éxito y solo fue conquistada en
1453 por los turcos otomanos, que en el siglo siguiente extendieron
sus conquistas y, por ende, el islam, por el centro de Europa hasta
las fronteras de Polonia y Austria.
Posteriormente, el imperio otomano
tuvo que replegarse y perdió sus territorios europeos, aunque
todavía perduran zonas con mayoría musulmana en los Balcanes, como
en Albania o Bosnia.
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