Nació el día 18 de junio de 1888, en
Molins de Rei, Barcelona. Hija de Pedro Xirgu y Martí y Josefa
Subirá Polls. En 1896, se trasladó con sus padres a Barcelona.
Con once años empezó a trabajar en un
taller de pasamanería. Desde muy niña dio muestras de una gran
vocación teatral que la llevó a actuar en numerosas compañías de
teatro aficionado.
Su debut profesional fue con la
compañía del Teatro Romea. Pronto gozó del favor, tanto de la
crítica como del público, convirtiéndose en una de las primeras
figuras de la escena catalana.
Como actriz se adaptó a todos los
géneros, desde el vodevil con La Xocolatera, a la tragedia con; La
dama de las camelias, 1848, de Dumas, María Rosa, 1894, de Àngel
Guimerà o Salomé de Oscar Wilde.
Se instaló en Madrid en el año 1914
donde triunfó de la mano de Pérez Galdós, del que estrenó
Marianela (1878). Su época más brillante fueron los años en los
que estuvo al frente de la compañía del Teatro Español donde
representó a los más destacados dramaturgos españoles y
extranjeros.
Entre sus interpretaciones más
destacables están, Divinas palabras (1920) de Valle-Inclán, La
sirena varada de Alejandro Casona, Santa Juana (1923) de Bernard
Shaw, y La hija de Jorio (1904) de Gabrile D'Annunzio. Sus montajes
de los clásicos del siglo de oro modernizaron la escena española,
de donde hizo desaparecer el exceso de elementos realistas y la
concha del apuntador.
Su instinto dramático la llevó a
apostar por los nuevos autores. Entre ellos, Federico García Lorca,
Cuando Margarita Xirgu conoció a Federico García Lorca, en el
verano de 1926 en un bar de Madrid, él era un dramaturgo incipiente
por el que ningún director apostaba.
Pero Xirgu, una actriz y directora
catalana que también era lesbiana y radical en cuanto a su ideología
política, era famosa por su disposición a correr riesgos. Aceptó
el reto y al año siguiente puso en escena la obra Mariana Pineda, en
Barcelona, con vestuario diseñado por el pintor surrealista Salvador
Dalí..
Más tarde puso en escena Yerma (1935)
y Doña Rosita la soltera (1935). Tras el asesinato de Garcia Lorca,
al inicio de la guerra civil, estrenó La casa de Bernarda Alba en Buenos
Aires, en 1945.
La guerra del 1936 la sorprendió de
gira por América. Exiliada voluntariamente, ya nunca regresaría a
España. Trabajó, sobre todo, en Argentina y Uruguay, donde se
dedicó también a la formación de nuevas generaciones de actores.
Dirigió la Escuela Dramática
Municipal de Montevideo, Uruguay, ciudad en la que murió el 25 de
abril de 1969. Sus restos mortales fueron repatriados a España y depositados en el
cementerio de Molins de Rei- Barcelona- en un monumento construido por el
Ayuntamiento de esta población, junto a los de su marido, Miquel
Ortín Paesa.
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