viernes, 20 de agosto de 2021

El asesinato de Leon Trotsky a manos de Ramón Mercader

Tal día como hoy 20 de agosto de 1940 sufrió un atentado Leon Trotsky, un político clave en la revolución bolchevique y segundo al mando del propio Lenin. Hasta llegar el golpe mortal que recibió en su despacho con un pico de escalada, se llevó a cabo un trabajo de espionaje e infiltración que ha inspirado obras del cine y la literatura. Un español, Ramón Mercader, fue quien perpetró este asesinato a las ordenes de Stalin.

Trotsky ya había sido el objetivo de un intento de asesinato. Uno de los guardaespaldas del propio revolucionario permitió la entrada a 20 hombres armados dirigidos por el pintor comunista, David Alfaro Siqueiros, quien disparó al lecho donde dormían Trotsky y su esposa. La pareja, alertada por el ruido que causó la invasión de su domicilio ya se había parapetado tras un muro y esperaron a que los guardias repeliesen el ataque.

Tras esta experiencia, se ordenó doblar la seguridad en el palacete para prevenir futuros intentos de asesinato. Pero fue Jaime Ramón Mercader del Río Hernández quien consiguió infiltrarse en los círculos más cercanos de Trotsky.

Todo el que quisiera visitarle tenía que presentar credenciales y era registrado de arriba abajo por lo que su fingido noviazgo con Silvia Ageloff, una de las secretarias del revolucionario, le permitió vulnerar las medidas de seguridad.

El 20 de agosto de 1940 ya era bien recibido en el fortificado palacete. Con el pretexto de que leyese un escrito suyo, esa tarde consiguió estar a solas con la víctima en su despacho. Mientras el confiado líder le dio la espalda para aprovechar la luz de la ventana, Mercader sacó un piolet y le asestó un golpe brutal en la cabeza. Lo llevaron al hospital de la Cruz Verde y fue sometido a varias operaciones. El 21 de agosto, finalmente murió y según los documentos, a sus honras fúnebres fueron cerca de 300.000 personas.

El ambiente en que nació Ramón Mercader, el 7 de febrero de 1913, no fue revolucionario: de familia burguesa, hijo de un empresario textil y alineado con el nacionalismo conservador. Sin embargo, durante el periodo de entreguerras, su madre empezó a frecuentar ambientes anarquistas y Ramón quedó al cargo de su padre, pero en su fuero interno ya estaba arraigada la militancia comunista.

Al estallar la Guerra Civil española Ramón Mercader tomó las armas por el bando republicano, pero -para su suerte- no vería el final de la contienda: en 1937 su madre, ferviente estalinista, le convenció para unirse a los servicios secretos soviéticos con un objetivo concreto: el de asesinar a León Trotski, exiliado por Stalin tras hacerse con el poder y residente entonces en México.

Así pues, en 1939 puso en marcha por orden de Stalin la Operación Utka (Operación Pato), para matar a Trotski y eliminar definitivamente la amenaza que el líder soviético veía en él. El plan preveía el entrenamiento de diversas células para multiplicar las posibilidades de acabar con Trotski. Y una de estas estaba formada por Ramón Mercader y su madre, Caridad del Río.

Mercader se infiltró en los círculos trotskistas con la identidad de Jacques Mornard, supuesto militante belga. Allí puso en su punto de mira a una mujer de la absoluta confianza de Trotski: Sylvia Agelof. Al poco tiempo de conocerse Mercader y Agelof comenzaron una relación, lo cual permitió al espía español acercarse a su futura víctima.

En 1939 puso en marcha por orden de Stalin la Operación Utka (Operación Pato), para matar a Trotski y eliminar definitivamente la amenaza que el líder soviético veía en él.

Asumiendo una nueva identidad Mercader viajó a México en compañía de Sylvia, quien le presentó a Trotski, comenzando en ese momento la última fase de su plan: ganarse la confianza del líder ruso hasta el punto de poder quedarse con él a solas.

Y así ocurrió el 20 de agosto de 1940 cuando fue a su casa con la excusa de entregarle unos documentos. Cuando Trotski se acercó a la ventana para poder leerlos mejor, Mercader le clavó un piolet en la cabeza provocándole una herida mortal que terminó con su vida 12 horas más tarde. Los guardaespaldas de Trotski, ausentes en el momento fatal, reaccionaron a tiempo para impedir la huida del asesino.

Acusado de asesinato el posterior juicio se saldó con: 20 años de cárcel Por su parte, su madre consiguió escapar a Moscú y convencer a las autoridades soviéticas de que pusieran en marcha un plan para liberar a su hijo. La operación recibió el beneplácito del propio Stalin, que confió el liderazgo a Eitingon. Finalmente el plan fracasó, minando la relación de Mercader con su madre, con la que ya tenía serias diferencias por su fanático estalinismo.

En 1960 Mercader terminó su condena y volvió a Rusia. Stalin había muerto siete años atrás y el recibimiento fue más bien discreto. Entró en el KGB, el servicio de inteligencia de la URSS, donde alcanzó, con el tiempo, una posición equivalente a general y fue condecorado con la Orden de Lenin y la Medalla de Héroe de la URSS, la más alta distinción soviética. Desde su vuelta sería conocido como Ramón Ivánovich López.

El último capítulo de su vida transcurrió en Cuba, donde se instaló en 1974 como asesor de Fidel Castro. Finalmente moriría en La Habana en 1978 víctima de un cáncer, aunque algunos rumores señalan a que el KGB lo envenenó con polonio a través de un reloj que le regalaron como “gratitud” por sus servicios.

 

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