martes, 24 de agosto de 2021

El día que las tropas británicas incendiaron Washington

 
Tal día como hoy, 24 de agosto de 1814 durante la guerra anglo-estadounidense de 1812 las tropas británicas dirigidas por el general Robert Ross entraron en la capital estadounidense de Washington  y quemaron muchos de los edificios públicos, incluida la Casa Blanca y el edificio del Capitolio de los Estados Unidos.

A pesar de que las 13 colonias habían conseguido en 1783 la independencia efectiva de su metrópoli, no pasó demasiado tiempo antes de que se produjese un nuevo enfrentamiento bélico con Gran Bretaña. Tan solo 29 años.

Efectivamente, no tuvo que pasar mucho tiempo antes de que Estados Unidos se lanzase a aumentar sus dominios en el continente. Gracias a la compra de la Luisiana francesa, efectuada el 30 de abril de 1803 a cambio de 15 millones de dólares, el recién nacido país duplicaba su tamaño. Poco después, pusieron sus ojos sobre la Florida española.

A pesar de que España plantó cara a los intereses de aquellos a quienes no hacía mucho había ayudado a alcanzar la independencia, no se pudo evitar que el 27 de octubre de 1810 un grupo de estadounidenses invadieran este territorio. Poco después se acabó consolidando la toma de toda la zona occidental y España se tuvo que conformar con mantener una pequeña franja en el este de dicho territorio.

Llegados a este punto, y mientras se guerreaba con las tribus indias que dificultaban el deseado avance hacia el Oeste, los dominios británicos ubicados en el Canadá se convirtieron en el objetivo.

James Madison, que había tomado el relevo de Jefferson como presidente, hacía los preparativos para enfrentarse a un enemigo que, seguía siendo muy superior en todos los aspectos. Quedaba por ver si, en caso de conflicto, Estados Unidos podría repetir la carambola que le valió la independencia hacía menos de 30 años.

La declaración formal de guerra fue aprobada en Washington el 18 de mayo de 1812. Durante los primeros compases de la que pasaría a la Historia como Guerra Anglo-Estadounidense, o Guerra de 1812, lo cierto es que Gran Bretaña no le puso demasiado empeño. Contaba con unos 7.000 soldados en Canadá y, en principio, pretendía que fuesen estos los que se ocuparan del asunto, ya que gran parte de su ejército se encontraba en España enfrentándose a Napoleón.

Por su parte, Estados Unidos tenía problemas a la hora de mover a sus hombres por la zona de los Grandes Lagos, donde el dominio naval de Inglaterra era patente. Además, su ejército todavía no había conseguido convertirse en una fuerza a tener en cuenta.

Fueron finalmente los soldados británicos, al mando del general de división Isaac Broock, quienes tomaron la iniciativa conquistando un fuerte estadounidense. Desde el territorio de Michigan, los antiguos colonos trataron de devolver el golpe lanzándose con poco más de 2000 hombres a la conquista de Canadá. Sin embargo, la misión acabó siendo un completo desastre.

Los ingleses, ante la incapacidad de los norteamericanos, en agosto tomaron un fuerte ubicado en lo que actualmente es la ciudad de Chicago. Los indios que les acompañaban pasaron por las armas a todos los estadounidenses que encontraron. No pasó demasiado tiempo antes de que Detroit, que estaba bajo el mando del general William Hull, cayese en manos británicas. La ciudad se rindió el día 16 de agosto.

El 1814, ya con Napoleón derrotado y camino de Elba, pintaba todavía peor para los intereses del recién nacido país. Gran Bretaña quería acabar con la guerra de una vez por todas. Los británicos prepararon una ofensiva con la que se pretendía aplastar a los Estados Unidos. Se planearon tres acciones: una en el norte, en el lago Champlain; otra en el centro, en la bahía de Chesapeake, y otra en sur, en Nueva Orleans.

En el mes de agosto unos 4.000 soldados británicos bajo el mando del general Robert Ross desembarcaron en la población de Benedict, en el estado de Maryland, muy próxima a la capital del país y avanzaron en dirección a Washington sin hacer frente a resistencia alguna hasta hallarse a tan solo 8 kilómetros de la capital.

Los soldados ingleses penetraron en la ciudad el 24 de agosto. Una vez allí, Ross y sus hombres se dispusieron a prenderle fuego a la Casa del Ejecutivo y a otros edificios públicos, como el Capitolio y sufrieron la resistencia de los habitantes de la capital, uno de los cuales llegó a disparar contra el caballo del general británico. Al no encontrar al responsable, se decidió quemar todo el barrio en el que había tenido lugar el suceso.

Una vez cumplido su cometido, Ross y sus hombres abandonaron la ciudad, que no terminó de perderse porque al día siguiente hubo una fuerte tormenta. Poco después se llevó a cabo una votación para decidir si se reconstruía Washington o se daba por perdida y se cambiaba la localización de la capital. Se optó por la reparación por un estrecho margen de votos y se decidió pintar la Casa del Ejecutivo de color blanco para tapar las huellas del ataque. Desde entonces es conocida como la Casa Blanca.

A finales de 1814 los dos países alcanzaron un acuerdo para la paz. Tanto ingleses como americanos hartos de un conflicto que ya no tenía razón de ser. Después de llevar a cabo varias reuniones, se decidió ponerle punto y final. Las negociaciones no fueron fáciles, puesto que Gran Bretaña exigía la creación de un estado tapón indio entre sus dominios y Estados Unidos. Algo que finalmente quedó descartado ante una rotunda negativa norteamericana. De este modo, el Tratado de Gante, por el que los dos países acordaban el cese del conflicto, fue firmado el 24 de diciembre.

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