Tal día como hoy, 8 de agosto de 1947, la expedición Kon-Tiki encabezada por Thor Heyerdahl, que había llevado a una tripulación de seis hombres a bordo de una balsa de madera de balsa desde Perú a 3.770 millas náuticas a través del Océano Pacífico, se estrelló contra un arrecife en Raroia en las islas Tuamotu en un archipiélago polinesio después de estar en el mar durante 101 días desde el 28 de abril .
El noruego Thor Heyerdahl viajó a las islas del Pacífico con intención de hacer diversos estudios sobre animales. Sin embargo, pronto empezó a interesarse por su gente y su cultura. Le impresionaron de forma especial las canciones e historias que los nativos narraban sobre sus antepasados. Contaban que sus abuelos habían venido del lejano Este a través del océano, desde América. Heyerdahl empezó a pensar que estos relatos podrían referirse a un acontecimiento importante de la historia de la humanidad y comenzó a investigar.
El científico convivió con los polinesios durante mucho tiempo e intentó reconstruir sus leyendas. Luego estudió varias civilizaciones sudamericanas y comprobó que las culturas de ambos pueblos coincidían en una gran variedad de cosas: los métodos de cultivo, los conocimientos astronómicos y la organización social y religiosa, centró su investigación en una historia concreta: un grupo de hombres había llegado a las islas dirigido por un jefe semidivino. Procedían del Este y enseñaron a los nativos nuevas formas de vida.
Su líder se llamaba Tiki. Pero Heyerdahl quería saber más y pronto descubrió que los indígenas americanos narraban otra historia parecida. También ellos habían tenido un caudillo que había convertido a su pueblo en una civilización tan sólida como la romana. Más tarde fueron derrotados tras una cruel guerra; su líder, llamado Kon-Tiki, reunió al resto de sus hombres y escapó por mar hacia el Oeste, en busca de un lugar seguro.
Heyerdahl empezaba a elaborar una hipótesis: los pueblos polinesios procedían de América. Sólo quedaba una incógnita por resolver: los indios americanos poseían grandes conocimientos, pero nunca habían fabricado barcos. Sus detractores afirmaban que el grupo de Kon-Tiki no podía haber cruzado el océano sin una buena embarcación.
Al observar que nadie creía posible hacer un largo viaje en una balsa de estas características, Heyerdahl decidió demostrarlo. Él mismo la fabricaría y con ella cruzaría el Pacífico.
Pronto encontró financiación para el proyecto y cinco hombres dispuestos a acompañarlo. Poco a poco mucha gente empezó a interesarse por su plan. El puerto donde se construía la balsa comenzaba a llenarse de visitantes y curiosos. Los marinos eran los más desconfiados; daban muchos consejos a los hombres que pretendían lanzarse a la aventura y les advertían sobre los peligros de la travesía.
Cada miembro de la tripulación puso su nombre en uno de los troncos de la balsa, tal y como creían que habían hecho los hombres que acompañaron a Kon-Tiki. Los troncos se unieron con cuerdas, sin utilizar clavos ni alambre. La única protección de los hombres sería la pequeña caseta de la embarcación.
Finalmente, la expedición partió de Perú. Habían pintado en la vela de la balsa el rostro del dios del Sol y pusieron a la embarcación el nombre de Kon-Tiki. En un principio la Kon-Tiki casi no se movía, se arrastraba suavemente por el mar. Sin embargo, poco a poco, consiguió hacerse con el ritmo de las aguas y comenzó a navegar con fuerza.
A los pocos días de salir hubo una gran tormenta. Los navegantes lucharon para controlar la vela, pero el mar y el viento eran más fuertes que ellos. Cuando parecía que la balsa iba a hundirse, en vez de ser arrollada por las enormes olas, empezó a deslizarse con el movimiento del mar. Los hombres de Heyerdahl se rindieron; dejaron que la vela se moviese libremente y cayeron agotados. Al despertar se encontraron en medio de un mar en calma. La Kon-Tiki había sabido defenderse.
Casi cuatro meses después de dejar la costa americana, la expedición llegó por fin a tierra. Tras el largo viaje, los seis hombres de la Kon-Tiki se mostraban casi desnudos y cubiertos de largos cabellos. Los nativos que los recibieron parecían reconocerlos: ¡Aquellos hombres podrían ser los mismos que aparecían en las leyendas de sus antepasados!
Esta odisea creó una enorme expectación en todo el mundo. Heyerdahl había demostrado que era posible cruzar el Pacífico en balsa,
Magnifico relato sobre uno de los enigmas mas importantes sobre la colonización por el ser humano de las islas del Pacifico sur.
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