Tal día como hoy 9 de junio de 1815 se completó con el Acta Final, firmada el por los representantes de Austria, Francia, Gran Bretaña, Portugal, Prusia, Rusia y Suecia, el Congreso de Viena, celebrado entre 1814 y 1815, que reorganizó Europa tras las guerras napoleónicas y comenzó tras la primera abdicación de Napoleón
El Congreso fue convocado en 1814 con el objetivo de proceder al reajuste territorial de Europa. En él participaron las principales potencias, representadas por sus respectivos embajadores. España intervino superficialmente como potencia de segundo orden.
Su ideario se puede resumir en los siguientes puntos: El intento de restaurar el Antiguo Régimen, pretensión que no fue secundada por el Reino Unido. La idea de legitimismo que reafirmaba el origen divino del poder de los reyes. En virtud de este principio Talleyrand logró reponer en Francia a los Borbones en la figura de Luis XVIII.
Éste sería considerado un monarca revestido de lícita autoridad frente a los que habían alcanzado el poder por el uso de la fuerza, caso de los revolucionarios franceses y Napoleón.
La solidaridad entre los estados, lo que implicaba la cooperación mutua a través de una política común capaz de neutralizar los potenciales movimientos revolucionarios. La búsqueda de un equilibrio entre las cinco grandes potencias.
Se configuró un nuevo mapa de Europa. En la reordenación de las fronteras, que habían sido alteradas por las conquistas napoleónicas, no se tuvieron en cuenta las aspiraciones nacionalistas, tampoco los derechos de algunos príncipes que habían sido despojados de sus tronos por los franceses en años precedentes.
Se impusieron los intereses de las cinco grandes potencias: El Reino Unido, sin ambiciones territoriales concentró sus esfuerzos en conseguir el dominio marítimo.
Rusia obtuvo, entre otros, el control de gran parte de Polonia y la anexión de Finlandia.
Austria penetró en las italianas Lombardía y el Véneto e intentó mantener la preeminencia centroeuropea frente a Prusia.
Prusia recibió Renania, Sarre y Sajonia.
Francia, tras el "Imperio de los Cien Días" y el definitivo destierro de Napoleón en Santa Elena fue rodeada de "estados-tapón" con el objeto de evitar el posible renacimiento de su expansionismo. Entre éstos destacó el de los Países Bajos y Bélgica.
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