Tal día como hoy 21 de junio del 217 a.C, los romanos, liderados por Cayo Flaminio, son emboscados y derrotados por Aníbal en la batalla del lago Trasimeno (Italia). El propio Cayo cae muerto junto a otros 15.000 soldados. Otros 10.000 resultan apresados. Aníbal pertrecha a sus tropas con las armas romanas.
Según las descripciones que nos da Polibio, todo indica que Aníbal, entró por el desfiladero de Borghetto, al norte del Lago Trasimeno, donde dispondría a sus tropas para la batalla que se avecinaba. Parece ser que durante la noche, el general cartaginés organizó a sus tropas en el valle para poder realizar la emboscada el día siguiente, escondiendo además a su caballería en una serie de montículos lo suficientemente lejanos para que no fuese descubierta.
Debido al minucioso estudio que Aníbal realizaba de los generales enemigos antes de enfrentarse a ellos, se percató de la impulsividad del cónsul Flaminio y le tendió una trampa en la que cayó de lleno. Por lo tanto, el día anterior durante la tarde dejó que las patrullas de espías romanos se acercaran lo suficiente como para hacerles creer que Aníbal había dejado a un número limitado de tropas en ese lugar y que él había proseguido con su marcha hacia el sur.
Así pues, el cartaginés dejó apostados en el desfiladero de Borghetto un contingente de 15.000 soldados ibéricos y africanos. Se podría decir que estas eran la élite del ejército cartaginés, ya que eran tropas expertas en guerra, que además habían sido equipadas con armamento romano, capturado en la batalla de Trebia, haciendo que en estos compases de la guerra se diferenciaran poco unos soldados de otros.
De esta manera, hizo creer al cónsul, Cayo Flaminio Nepote, que había tomado una decisión imprudente al dejar un ejército claramente inferior al romano para intentar cortarles el paso a ellos para dirigirse a combatir al ejército del cónsul Servilio, que se aproximaba a las posiciones cartaginesas desde el norte. A su vez, ocultó a la caballería y a la infantería ligera a ambos lados y sobre el desfiladero.
Los historiadores romanos Polibio y Livio, culparán de esta derrota a la imprudencia de Flaminio y a su nula visión bélica por caer de nuevo en una trampa de Aníbal. Se cree, que esta maniobra fue ideada para evitar que se unieran los dos ejércitos consulares y que pudieran incrementar su potencia militar para hacerle frente.
Tras haber ideado el plan la noche anterior, Flaminio avanzó con sus tropas por el valle hasta dar con los 15.000 soldados africanos e ibéricos que había en el lugar, creyendo que eran las únicas fuerzas disponibles allí por los cartagineses. Entonces, ordenó a sus legiones formar y avanzar contra el enemigo, para acabar con ellos lo antes posible.
Mientras tanto, los soldados romanos de retaguardia continuaron adentrándose al valle por completo. Cuando pasó el último legionario Aníbal dio orden a su caballería e infantería de que iniciaran un ataque que cercara al grueso del ejército consular. Los romanos, pese a su confianza inicial, se encontraban ahora en una clara inferioridad numérica, pues eran unos 41.000 soldados frente a 60.000 soldados cartagineses. Además, las legiones romanas no podían combatir de manera organizada, pues se encontraban dispersas a lo largo de los 5 kilómetros que medía el valle.
La batalla se alargó durante tres horas, donde el mismo Flaminio fue abatido por un jinete galo, desarrollándose posteriormente una lucha a su alrededor por la posesión de sus restos mortales.
El ejército romano entonces entró en huida y, logrando romper las filas cartaginesas de africanos e ibéricos, entre 6.000 y 10.000 soldados romanos consiguieron huir a una aldea cercana, sin embargo, Aníbal mandó a Maharbal con parte de la caballería e infantería ligera, logrando que los huidos depusieran las armas y se rindieran a condición de que se les perdonase la vida.
Finalmente, la batalla se saldó con cerca de 16.000 muertes entre los romanos por las espadas cartaginesas o ahogándose en el lago al intentar huir. También hubo 10.000 legionarios que fueron hechos prisioneros. Por su parte, las bajas del ejército cartaginés, galos en su mayoría, no llegaron a las 1.500. Asimismo, Aníbal ordenó enterrar a los caídos más ilustres de su propio ejército, dando la orden de buscar el cuerpo de Flaminio para darle sepultura, el cual no encontró.
Al día siguiente, al enterarse Aníbal de la llegada del ejército de Servilio con 4.000 jinetes, envió a Maharbal con su caballería y lanceros. Los cartagineses atacaron con tal violencia a la caballería romana en la Batalla de los Pantanos de Plestia, que arrasaron la mitad de ellos en el momento, haciendo que la otra mitad, que se había refugiado en una colina, se rindiese al día siguiente.
La aniquilación de la caballería romana en Trasimeno y en las escaramuzas posteriores, condicionó de manera súbita el resultado de la batalla de Cannas, pues los romanos no pudieron reunir una caballería que hiciese frente a la de Aníbal.
Además, el Senado romano nombró como dictador a Quinto Fabio Máximo para intentar poner remedio al desastre que amenazaba a Roma. Éste adoptó la conocida como “Estrategia Fabiana”, evitando una confrontación directa con el ejército cartaginés y así poder rearmar y reconstruir el debilitado ejército romano.
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