Tal día como hoy 18 de agosto de 1960, comienza a comercializarse en EE.UU. la píldora anticonceptiva, inventada por el biólogo estadounidense Gregory Goodwin. Una innovadora revolución en cuanto a costumbres morales frente a la sexualidad, el matrimonio y la familia, acaba de comenzar.
En aquel momento, empezó una revolución que incidiría en la vida de millones de mujeres de todo el mundo. De hecho, pocos acontecimientos en la historia de la investigación farmacológica han tenido efectos tan profundos sobre aspectos como la libertad en la sexualidad y la reproducción.
Sin embargo, a pesar de la elevada experiencia y la gran cantidad de estudios publicados, parece haber mucho ruido científico de mala calidad y dificultad para que la población obtenga información basada en evidencia sólida.
Si bien el abanico de posibilidades es amplio, no todos reúnen las mismas características. Desafortunadamente, no existe un anticonceptivo perfecto. Todos pueden tener efectos secundarios o consecuencias negativas para la salud, con excepción del preservativo.
Los anticonceptivos más populares combinan estrógeno y gestágeno. La eficacia, es decir la anovulación que evitará el embarazo, depende del gestágeno, mientras que la seguridad -consecuencias negativas para la salud- depende del estrógeno.
Con la combinación de estrógeno y gestágeno se obtienen otros resultados beneficiosos, que no aumentan los efectos adversos. Entre ellos, se incluyen la disminución del sangrado menstrual, disminución de la dismenorrea y síndrome premenstrual, disminución del acné y del hirsutismo.
Además, se ha demostrado que las píldoras con ambos compuestos previenen patologías como el cáncer ovárico y de endometrio (útero) y endometriosis. También se ha observado que este método anticonceptivo se asocia a una menor incidencia de la enfermedad inflamatoria pélvica debido a los cambios en las características del moco cervical, si bien no evitan la infección por chlamydias o gonococo.
Por último, la píldora también suele recomendarse para tratar el síndrome de ovario poliquístico o SOP (anovulación crónica), el cual se asocia al ciclo menstrual irregular. No obstante, es un tratamiento sintomático -no trata la causa del problema puesto que esta es todavía desconocida y en cualquier caso es multifactorial-, por lo que, al dejar de tomarla, los síntomas reaparecen.
A lo largo de los años, la investigación ha permitido reducir la dosis de estrógeno y, a partir de la década de los 70, se han introducido anticonceptivos con gestágenos de nueva generación. La principal finalidad es mantener la eficacia y el control del ciclo sin los posibles efectos secundarios, entre ellos encontramos:
Sangrado intermenstrual, Náuseas, que suele desaparecer a los 3 meses del inicio. Aumento de peso. Los primeros meses puede notarse un aumento de entre 2 y 3 Kg asociado a la retención de líquidos. Cambios de humor o depresión. Disminución del deseo sexual.
Algunas mujeres piensan que la píldora disminuye el deseo sexual, algunas no notan diferencia y otras mejoran su deseo ya que no existe el riesgo de embarazo. Cefalea. Algunas mujeres pueden presentar cefalea más severa tomando un anticonceptivo hormonal combinado. Otras mujeres, que no tenían migraña, pueden experimentarla. Por último, hay quienes sienten una disminución de estos dolores.
Finalmente, dos apuntes sobre el cáncer de mama. Si bien los estrógenos estimulan la proliferación del epitelio de la glándula mamaria, no existe evidencia categórica de que aumente el riesgo de cáncer de mama. Pero hay otros estudios que sí han observado que las mujeres que tomaban anticonceptivos orales a largo plazo tenían un riesgo más alto de cáncer de mama que las que nunca los habían usado.
Por último, respecto a la duración, si no existe tabaquismo ni patología que la contraindique, puede tomarse hasta la premenopausia, sin necesidad de “descansos”.
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