Tal día como hoy 21 de agosto de 1986, en el lago Nyos, un idílico lago de dos kilómetros de largo ubicado en Camerún, África, tiene lugar un extraño acontecimiento volcánico al liberarse repentinamente una gran cantidad de dióxido de carbono, a consecuencia del cual más de 1.900 personas y más de 5.000 cabezas de ganado que habitan en sus orillas fallecen en menos de cinco minutos.
A continuación las aguas del lago se tiñen de un extraño color rojizo al haberse movido los depósitos de hierro oxidado desde el fondo hacia la superficie.
En el verano de 1986, en los alrededores del lago Nyos en Camerún tuvo lugar una sobrecogedora tragedia. Alrededor de 2000 personas y unos 5 000 animales murieron asfixiadas de la noche a la mañana sin explicación aparente. Después de años de estudio, ahora es posible dar una explicación al suceso:
Este lago se encuentra en un cráter volcánico de unos 2 kilómetros de extensión, en lo más profundo del lago - a unos 200 metros de la superficie - las grietas volcánicas emiten alrededor de 5 millones de metros cúbicos de CO2 al año.
El dióxido de carbono es muy soluble y el agua del fondo del lago, que es más caliente que la de la superficie debido a su proximidad a las grietas volcánicas, disuelve el gas constantemente haciendo que la concentración de CO2 sea muy elevada - proceso similar al que se da en las plantas embotelladoras de latas de refrescos-. Mientras, la capa superior con agua fría atrapa el agua caliente saturada de gas.
En circunstancias normales, el proceso de difusión permite que el dióxido de carbono pase a la zona fría y de ahí a la atmósfera manteniendo un nivel constante de CO2 disuelto, pero esa noche del verano del 86 algo hizo que la capa de agua fría se desplazara, sin esta capa, el agua saturada en gas de las profundidades comenzó a elevarse y una vez alcanzó la superficie, el dióxido de carbono disuelto en ella comenzó a liberarse a la atmósfera, con el mismo proceso que la apertura de una lata de refresco.
Este gas, al ser más denso que el aire, lo desplazó y asfixió a toda persona y animal a unos 20 km a la redonda, hasta que la mezcla con los gases de la atmósfera diluyó el dióxido de carbono a unos niveles que permitía la vida.
Actualmente, los científicos vigilan constantemente los niveles de CO2 disuelto, ya que las personas que habitan ese lugar, debido a la fertilidad de las tierras, se niegan a marcharse y prefieren correr el riesgo de morir por asfixia, que el de morir de hambre.
No hay comentarios:
Publicar un comentario