Tal día como hoy 31 de octubre de 1850 se inauguraba en Madrid, en la Carrera de San Jerónimo, el Palacio del Congreso de los Diputados. Las Cortes estrenaban así, por primera vez en España, una sede diseñada específicamente para albergar el Parlamento.
La urgencia en el diseño y la construcción de edificio que albergase la sede de la soberanía nacional, un proyecto dilatado por "la guerra civil, los trastornos políticos, y la penuria del erario", era una de las prioridades a la hora de acometer una obra de tal magnitud, y así se constató en su día en la memoria descriptiva del nuevo palacio del Congreso de los Diputados, elaborada por la Comisión de Gobierno del mismo y publicado en Madrid, en 1856.
"Declarado ruinoso, por varias partes, el vetusto convento del Espíritu Santo, que ocupaba el Congreso desde el año 1834, y trasladado este con todas sus dependencias al Teatro de Oriente en mayo de 1841, hízose ya indispensable levantar un edificio que, dando honor a la nación y sirviendo de ornato a la capital evitase el cuantioso coste que absorbían las continuas reparaciones del mencionado convento"".
"Las sumas que en esta clase de obras se invierten redundan en provecho y honor del mismo país que las suministra, ofrecen ocasión de mostrar su habilidad a los artistas, contribuyen al fomento de las artes y, en realidad, son una semilla fecunda de prosperidad y de impulso para la industria".
"Expuestas estas consideraciones, la memoria detalla "los artista, fábricas y talleres que han suministrado las telas y los artefactos mecánicos, que por ser fabricados en España todos los objetos empleados en esta obra considerable constituyen una exposición de la industria española de nuestra época”.
Con el objetivo de acometer las obras para habilitar el Palacio que habría de ser la sede del Congreso de los Diputados, construido en lo que fuera el Convento del Espíritu Santo, se sancionaba el 7 de marzo de 1842 la ley que autorizaba al Gobierno para que, con la mayor prontitud posible, llevase a cabo la construcción de un Palacio "digno de la representación nacional, si bien sencillo y de severo carácter”, dándole facultad para que realizase la inversión oportuna.
A tal efecto, el Gobierno encargó a la Academia de Nobles Artes de San Fernando, que abriese un concurso público para elegir el proyecto que mejor se adecuara, llamamiento al que respondieron arquitectos de dentro y fuera de Madrid. Los catorce proyectos presentados se sometieron al examen de la Academia, que optó por el arquitecto del Congreso, Narciso Pascual y Colomer, cuyo presupuesto ascendía a 14.800.000 reales.
Y así, continúa la memoria, "con mucha lentitud y en muy reducida cantidad se empezaron a acopiar algunos materiales. Con esta parsimonia lamentable hubiera seguido esta obra, calificada por todos de indispensable y urgente, si un sacudimiento extraordinario no hubiera venido a comunicarle notable y rápido impulso. El Gobierno provisional que siguió a aquel movimiento político ocurrido en 1845 quiso dar animación y vida a la obra proyectada, y dispuso que el 10 de octubre se colocase la primera piedra”.
Así fue como el 10 de octubre de 1845, la Reina Isabel II de Borbón, en presencia del Gobierno provisional y de unos 4.000 invitados, “y ante un concurso inmenso que poblaba los aires con fervientes aclamaciones, se situó en el solar donde existió el convento del Espiritu Santo, para dar principio a la ceremonia, y en medio de los murmullos de entusiasmo que excitaba en aquel pueblo numeroso la vista de las augustas princesas, colocó Su Majestad, con sus propias manos, la primera piedra del edificio".
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