Tal día como hoy, 23 de enero de 1643, el Rey Felipe IV desterraba a su valido Gaspar de Guzmán y Pimentel, más conocido como el "conde-duque de Olivares", por su cuestionada gestión política,
Segundón de una rama menor de la casa de Medina Sidonia, Gaspar de Guzmán y Pimentel, inició a muy temprana edad la carrera eclesiástica, sin embargo, la muerte de sus hermanos mayores, le convirtió en heredero, hecho que le hizo abandonar sus estudios para acompañar a su padre, el conde de Olivares, a la corte del Rey Felipe III.
Al heredar el mayorazgo, Gaspar de Guzmán y Pimentel se trasladó a Sevilla para administrar sus propiedades. Regresó a la Corte en 1615, como gentilhombre de cámara del Príncipe Felipe, cargo desde el que se ganó la confianza del futuro Rey.
Casado con su prima, Inés de Zúñiga y Velasco, camarera de la reina, pasó sus primeros años de matrimonio en Sevilla, tiempo que dedicó a gestionar el patrimonio familiar y al mecenazgo cultural. Siempre fue un gran aficionado a la literatura y a la poesía, y en esa época nace su relación con Diego Velázquez, al que luego convertirá en pintor de cámara y autor de los retratos, con los que Olivares ha pasado a la posteridad.
Cuando Felipe IV accedió al trono en el año 1621, Gaspar de Guzmán y Pimentel pasó a ocupar múltiples cargos palaciegos, llegando a ser una especie de ministro universal del Rey. Aquello lo convirtió en una de las figuras más influyentes y con mayor poder, de la España del S. XVII.
Sus primeros años como valido de Felipe IV, coinciden con un anhelo general de reformas en Castilla que atraviesa por una crisis económica y social. Olivares plantea un sistema fiscal más eficiente, en el que contribuyan equitativamente todos los territorios peninsulares.
También pretende reducir, los favores y mercedes otorgados por la Corona, reducir oficios municipales y obligar a los servidores del rey, a presentar un inventario de su patrimonio. Pero casi todas sus reformas, se chocaron contra la realidad.
Los estamentos privilegiados, se opusieron a ellas y el mantenimiento de los dominios de la monarquía hispánica en todo el mundo, obligaba a mantener costosas guerras. Al final, hubo de supeditar la política interior a la exterior.
Su política buscó reforzar el poder estatal, acentuar la centralización de decisiones y la unificación del territorio, moralizar la sociedad española, además de racionalizar el ordenamiento estamental, para mantener la hegemonía de los Reinos hispánicos. Los objetivos que se había marcado eran demasiado ambiciosos, para un Imperio que comenzaba su decadencia.
Castilla fue la gran víctima de esta política. Los intentos de Olivares de conseguir contribuciones de otros territorios, se saldaron con una rebelión en Cataluña y con la independencia de Portugal, que durante sesenta años había formado parte de la monarquía.
Tras más de veinte años en el poder, el Conde Duque se convirtió en un hombre enfermo, cada vez más aislado, que tuvo que rogar repetidamente al rey, para que lo liberara de sus cargos. Lo consiguió en enero de 1643 y murió dos años después en Toro, en medio de la incomprensión general y objeto de todas las críticas.
Su gestión política, fue duramente cuestionada por sus enemigos y detractores, especialmente tras la sublevación de Cataluña, conflicto que provocó su caída.
En 1643, el Rey Felipe IV prescindía de sus servicios y lo desterraba a la villa de Toro, lugar en el que falleció el 22 de julio de 1645.
Relación efemérides históricas; cuentos, reflexiones, poesias...
miércoles, 22 de enero de 2025
El destierro del conde-duque de Olivares, por el rey Felipe IV
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