miércoles, 7 de octubre de 2015

Breve historia de diez días que nunca existieron.

Tal día como hoy 7 de octubre de 1582- y durante otros nueve días - no ocurrió nada, pues nunca han existido, ya que para ajustar el Calendario Gregoriano, se decretó que, desde el jueves 4 de octubre, se pasaría al viernes 15 de octubre.

Su promotor, el papa Gregorio XIII, con esta medida sustituyó el Calendario Juliano, utilizado desde que Julio César lo instaurara en el año 46 a. C.

La reforma nació, para llevar a la práctica el desfase producido desde el primer Concilio de Nicea, de 325, en el que se había fijado el momento de celebración de la Pascua y en relación con ésta, las demás fiestas religiosas móviles.

Lo que importaba, pues, era la regularidad del calendario litúrgico, para lo cual era preciso introducir determinadas correcciones en el civil.

El desfase provenía de un inexacto cómputo del número de días, según el calendario juliano, que estableció un año bisiesto cada cuatro, considerando que el año estaba formado por 365,25 días, mientras la cifra correcta es de 365 días, 5 horas, 48 minutos y 45,16 segundos, de manera que estos más de 11 minutos de diferencia cada año, habían supuesto un error de aproximadamente 10 días.

Así pues, se eliminaron estos 10 días, pasando del jueves 4 de octubre al viernes 15 de octubre de 1582, para que el equinoccio de primavera ocurriese el 21 de marzo, ya que en el Concilio de Nicea quedó establecido que la primavera comenzaba en esa fecha y, debido a esa diferencia de dias, al año se había desplazado.

Se modificó también la regla de los años bisiestos, eliminándose los múltiplos de 100: 1700, 1800 y 1900 pero no los múltiplos de 400, como los años, 1600  y 2000.

El calendario se adoptó inmediatamente en los territorios pontificios y en los controlados por Felipe II, al poco lo hicieron el resto de países católicos y luego los protestantes, de forma que actualmente sólo parte de la iglesia ortodoxa sigue usando el calendario juliano.

En la actualidad, para calcular la disminución de la velocidad de rotación terrestre, se mide con gran precisión con un reloj atómico - los relojes atómicos mantienen una escala de tiempo continua y estable, el Tiempo Atómico Internacional (TAI) -  y es este el que se ajusta a los movimientos de la Tierra, es decir, la duración del día solar y del año terrestre, ya que el reloj atómico mide el tiempo de modo uniforme, a diferencia de lo que ocurre en la naturaleza, donde los movimientos son variables.


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