Tal día como hoy 9 de octubre de 1931 en Sevilla se producen los “Sucesos de Gilena”.
El pueblo de Gilena, a siete kilómetros de Estepa en Sevilla, tenía una población de 3.840 habitantes en 1930 y, como en la mayor parte de Andalucía y el resto de España, la miseria convivía con el analfabetismo que se acercaba a la totalidad de sus habitantes.
Los más desfavorecidos esperaban las mejoras que prometió la II República y su carencia fue la que lanzó a la calle de forma violenta a numerosos pueblos, entre ellos Gilena, tras solo seis meses desde la proclamación del nuevo régimen.
Las condiciones de vida de los habitantes de Gilena eran lamentables, pues la mayoría de ellos eran jornaleros, especialmente de la recolección de aceitunas y las posibilidades laborales eran muy escasas.
Cuatro fincas reunían el 48,2% del total de sus tierras, siendo la mayor parte propiedad del duque del Infantado, con su cortijo “El Marqués”.
El día 9 de octubre se convocó la huelga en el campo y grupos de piquetes del centro socialista fueron a los tajos para controlar si se trabajaba, pero los jornaleros de “El Marqués” se negaron a parar, por lo que el piquete buscó apoyos hasta llegar a la cifra de unas cien personas, que a la salida del pueblo fueron detenidos y cacheados por la Guardia Civil.
La conducción de todos ellos al cuartel, degeneró en tumulto y al poco el caos fue total, los disparos se iniciaron lo que causó la muerte de tres obreros, y otros dos más tarde y del cabo de la Benemerita.
El número de heridos fue dudoso puesto que muchos fueron curados en su domicilio y la cifra puede oscilar entre los 40 y 50, siendo condenados algunos vecinos por agresión a la fuerzas del orden, aunque las condenas no llegaron a cumplirse pues, dos años más tarde, fueron liberados por la aplicación de la amnistía de abril de 1934.
El detonante de esta violencia en el campo andaluz, fue un aumento de la tensión social por las reformas de la República, el alto grado de politización, la falta de mentalidad republicana y el radicalismo de la población, pero sobre todo por dos causas mayores; el hambre y la miseria, que van más allá del cualquier política o ideología.
Ese era el caldo de cultivo, en que se preparó la Guerra Civil Española.
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