Trotski fue uno de los organizadores de la Revolución de Octubre, que permitió a los bolcheviques tomar el poder en noviembre de 1917 en Rusia.
El estallido de la Revolución de febrero le sorprendió en Nueva York, donde colaboraba para un periódico ruso, volviendo a Rusia y apoyando totalmente la postura de Lenin en cuanto a la necesidad de derrocar al gobierno provisional del socialista moderado Aleksandr Kérenski.
En la primera etapa de la Revolución, Trotski se convirtió en hombre de confianza de Lenin y éste le encomendaría varias misiones, hasta nombrarle Comisario de Guerra, siendo acusado por los anarquistas de reprimir cualquier movimiento de izquierda opuesto al oficial del Partido Bolchevique.
Tuvo a su cargo la creación del ejército rojo que consolidaría definitivamente los logros revolucionarios, al vencer a los ejércitos blancos contrarrevolucionarios durante la guerra civil.
Posteriormente, se enfrentó política e ideológicamente al dictador José Stalin, liderando la oposición de izquierda, lo que le causó el exilio y posterior asesinato a manos de agentes del dictador.
Tras su exilio, fue el líder de un movimiento internacional de izquierda revolucionaria identificado como “trotskismo” caracterizado por la idea de la “revolución permanente”.
Trotsky empezaría entonces un auténtico peregrinaje por diferentes países desde los cuales pudiera expresar públicamente sus críticas al estalinismo.
Asilado en Méjico, tras un atentado fallido dirigido por el pintor comunista David Alfaro Siqueiros, el 20 de agosto de 1940, sufrió un segundo atentado en la misma casa, que le costaría la vida.
Stalin había dado orden de asesinarle y para ello se valió del sicario español Ramón Mercader, el cual mientras Trotsky leía un escrito suyo, le clavó salvajemente un piolet en la cabeza, muriendo poco después.
Esa era la forma en que Stalin, solía resolver las discrepancias con sus oponentes políticos.
La novela del cubano Leonardo Padura: "El hombre que amaba los perros" relata magistralmente el exilio de Trotski, la vida de su matador Ramón Merceder y toda la trama del planificado asesinato. Un libro ameno y recomendable para quienes deseen profundizar sobre la vida (y muerte) del lider soviético.
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Buen aporte sobre el gran Trotski, tipo moderado y preparado para estos eventos revolucionarios. Lamentablemente más pudo el odio de otros personajes que la historia ya evaluó.
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