Tal día como hoy 5 de octubre de 1934, se inicia en Asturias una revolución, en la que la clase obrera toma el poder durante quince días, haciendo frente al Gobierno de la II República.
La “Revolución de Asturias” fue una insurrección obrera dentro de la huelga general revolucionaria organizado por los socialistas en toda España, conocido como Revolución de Octubre, que sólo arraigó en Asturias y fue duramente reprimida por el gobierno de Alejandro Lerroux, recurriendo a las tropas coloniales - los regulares y la Legión - procedentes del Marruecos.
Triunfó en Asturias, según algunos historiadores, debido a que fue el único lugar donde la Alianza Obrera estuvo integrada por la CNT, y socialistas, logrando unificar el movimiento clandestino, minuciosamente preparado, lo que no sucedió en el resto de España.
Se inició de madrugada y los mineros se hicieron rápidamente con el control de toda la cuenca minera, reduciendo los 23 cuarteles de la Guardia Civil en las primeras horas, aunque en Oviedo no triunfó y el ejército y las fuerzas del orden tuvieron tiempo de prepararse en cuarteles y puntos estratégicos de la ciudad.
A los tres días de iniciada la revuelta, buena parte de Asturias estaba en manos de los mineros, incluidas las fábricas de armas de Trubia y La Vega, organizándose un Ejército Rojo, que en diez días llegó a alcanzar unos 30.000 efectivos, en su mayoría obreros y mineros.
El gobierno, llamó a los generales Goded y Franco - que tenían experiencia - para que dirigieran la represión y cuando el 11 de octubre, se conoció en Oviedo el avance de las tropas, el Comité Revolucionario ordenó la retirada de la capital y se disolvió y el día 13 de octubre la ciudad fue totalmente ocupada por las tropas gubernamentales.
Tras la caída de Oviedo, los obreros se retiraron a las cuencas mineras, constituyendo una “guardia roja” con voluntarios de todas las organizaciones, para conseguir el "cese de actos de pillaje, previniendo que todo el que sea cogido en un acto de esta naturaleza será pasado por las armas".
La "guardia roja" consiguió poner fin a los saqueos y mantener el orden, aunque no siempre controló los excesos de la "justicia revolucionaria", siendo asesinados algunos detenidos, como ocurrió en Sama de Langreo en represalia por la resistencia ofrecida por las fuerzas de seguridad.
Pero lo que más estremeció a la opinión pública, fue el asesinato indiscriminado de 34 religiosos y algunos párrocos, supuestamente contrarios a los "intereses obreros", o grupos, como ocho seminaristas de Oviedo, bajo el pretexto de colaborar con el enemigo en la lucha de la capital.
El hecho más brutal y de mayor resonancia, se produjo en el valle del Turón, donde fueron asesinados fríamente siete frailes de la Doctrina Cristiana -conocidos como los mártires de Turón- y el director y dos empleados de la empresa propietaria de las minas, de la que también dependía la escuela donde enseñaban los religiosos.
El número de víctimas mortales fue de 2.000: de ellos 240 miembros de las fuerzas armadas, 34 sacerdotes, 1.700 mineros en combates o durante la represión y miles de ellos perdieron su trabajo.
La represión de la sublevación por las tropas coloniales fue muy dura y se dieron casos de saqueos, violaciones y ejecuciones sumarias, siendo suspendidas las garantías constitucionales, muchos periódicos de izquierda clausurados, numerosos ayuntamientos disueltos y los jurados mixtos suspendidos.
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