Tal día como hoy 6 de octubre de 1896, una columna de socorro de soldados españoles levanta el cerco de Cascorro, fortín en cuya defensa inmortalizó su nombre el madrileño Eloy Gonzalo
Eloy, llamado “El Héroe de Cascorro” se crió en la inclusa de Madrid, donde había sido abandonado, siendo adoptado al parecer por el subsidio para manutención que por él daban, acabado el cual, fue nuevamente abandonado.
Aprendió algunos oficios, pero finalmente vio una salida en el ejército, ingresando como soldado raso, distinguiéndose durante la Guerra de Cuba, cuando estaba destinado en la pequeña población de Cascorro, a finales de septiembre de 1896, unos tres mil revolucionarios cubanos – “mambises” - cercaron su posición.
Debido al escaso número de soldados del destacamento - 170 - su deficiente armamento y su precaria preparación, pocos días después, la situación se hizo insostenible, de manera que como única solución pensaron quemar un bohío - cabaña hecha con madera, ramas, cañas o pajas - desde el cual los rebeldes, causaban graves daños a la guarnición con sus disparos.
Ante la demanda de un voluntario para la casi suicida acción, Eloy se presentó, aduciendo para ser elegido el ser huérfano y soltero y no tener a nadie a su cargo, con la misión de acercarse y prender fuego a las casas desde donde hostigaban los cubanos.
Como la precariedad de medios en el ejercito español era extrema, Eloy pidió ser atado con una cuerda para que su cuerpo pudiera ser recuperado y solo con su fusil y una lata de petróleo, como todo artefacto explosivo, salió corriendo en dirección a los insurrectos y manera milagrosa, consiguió su objetivo y regresó a sus lineas sin un solo rasguño.
Pocos días después, los españoles - y entre ellos Eloy- fueron rescatados y nuestro hombre, debido a este este hecho, con aureola de valiente, siguió tomando parte en más acciones, lo cual le supuso ser condecorado con la Cruz de Plata al Mérito Militar, pensionada con 7,50 pesetas mensuales.
No obstante, Eloy no regresaría a España con vida, que ya fallecería al año siguiente en el Hospital Militar de Matanzas, posiblemente a causa de disentería o malaria y no por motivos bélicos, siendo sus restos repatriados a un mausoleo del Cementerio de la Almudena de Madrid junto otros muertos de las guerras de Cuba y Filipinas.
Como es lógico, la acción de Eloy Gonzalo, careció en absoluto de importancia respecto al desarrollo y desenlace de la guerra en Cuba y el hecho de su fama como héroe, no se gestó en los campos de batalla, sino en la ciudad de Madrid, donde su nombre y su figura se hicieron enormemente populares, seguramente debido a su condición de expósito e hijo del pueblo y por la necesidad de exaltar el heroísmo individual, en una guerra que se había perdido.
El mismo año de su muerte en 1897, el Ayuntamiento de Madrid decidió homenajear al héroe, para lo cual le dedicó una calle con su nombre, levantándole una estatua en el popular “Rastro” madrileño, que fue inaugurada en 1902 por el rey Alfonso XIII.
La estatua, que continua en el mismo lugar donde se emplazó, muestra a un soldado, con su fusil al hombro y llevando con él una soga y una lata de petróleo. Aunque el año 1913, el ayuntamiento bautizó esta plaza como de Nicolás Salmerón, la popularidad del héroe forzó un nuevo cambio de denominación pasando a llamarse oficialmente “Plaza de Cascorro”.
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