Tal día como hoy 27 de enero de cada año, la UNESCO rinde tributo a las víctimas del Holocausto.
En esta fecha se conmemora la liberación en 1945 del campo de concentración y exterminio de Auschwitz-Birkenau, en donde durante la Segunda Guerra Mundial, el régimen nazi y sus colaboradores asesinaron a miles de judíos, -hombres, mujeres y niños-, en un intento de aniquilar sistemáticamente a esta comunidad en Europa.
Sin embargo no pararon aquí en su locura asesina, sino que movidos por su ideología racista, persiguieron y mataron a millones de personas de otros grupos, entre ellos gitanos, minusválidos, opositores políticos, homosexuales y miembros de muchos otros colectivos.
No obstante, no todo el mundo colaboró en el criminal proyecto, pues hubo personas que contribuyeron a salvar a numerosos judíos y - en contraste con la indiferencia de la mayoría - se negaron a permanecer con los brazos cruzados mientras miles de inocentes eran asesinados, actuando a pesar del enorme peligro que corrían.
La enseñanza acerca del Holocausto evidencia la misión de la UNESCO, en su intento de construir la paz y fomentar los derechos humanos creando programas educativos que permitan enseñar a las nuevas generaciones y evitar que se produzcan nuevos genocidios en el futuro.
El Holocausto está asociado en la mentalidad popular a los llamados “campos de exterminio”, aunque no todos los judíos ni las otras personas que murieron, lo hicieron en estos campos si bien en ellos se pusieron en práctica de forma sistemática métodos - especialmente, el uso de cámaras de gas - contra los que eran objeto de exterminio.
Horroriza leer la descripción de como se eliminaba a millones de seres humanos en las cámaras de gas:
“Una vez introducidas las víctimas como si de ganado se tratara en la cámara de gas, los hombres de las SS que se encontraban sobre el techo de hormigón reforzado volcaban los botes de Zyklon-B en cuatro aberturas, derramando las bolitas a través de unos conductos con rejillas, lo cual hacía posible que las bolitas se disolviesen en un gas letal tan pronto como el calor corporal de las víctimas había elevado la temperatura del aire. Al cabo de veinte minutos aproximadamente, volvían a levantar los botes para eliminar la posibilidad de que todavía continuara saliendo gas, mientras se procedía a ventilar la cámara y un destacamento especial de prisioneros judíos llevaba los cadáveres a rastras hasta otra sala, les arrancaban los dientes y los empastes de oro, cortaban el cabello de las mujeres, les quitaban los anillos de oro, las gafas, las prótesis y demás impedimentos y ponían los cuerpos en montacargas que los subían al crematorio situado en la planta baja, donde eran introducidos en hornos crematorios y reducidos a cenizas. Los huesos que quedaban se desmenuzaban y las cenizas se utilizaban como fertilizante o se tiraban en los bosques y los arroyos de las inmediaciones”
La historia de ese genocidio no pertenece solamente al pasado, sino que es algo vivo que nos concierne a todos, cualesquiera que sean nuestras procedencias, culturas, ideas o religiones.
No hay comentarios:
Publicar un comentario