Tal día como hoy 25 de enero de 1981, Jiang Qing, viuda de Mao Zedong, es sentenciada a muerte.
Con 17 años, la casaron con un pequeño comerciante y como era costumbre, se fue a vivir a casa de sus suegros, en donde las cosas fueron mal y aunque el marido intentó mediar, se divorció con 18 años siendo ya con esa edad, una mujer separada y desengañada de la vida.
En poco tiempo la situación en China se complicó y en 1931 con varias las provincias ocupadas por los japoneses, decide casarse de nuevo pero su marido es encarcelado por los nacionalistas bajo la acusación de comunista y ella misma es detenida y apaleada.
En 1933 se une al Partido Comunista de China, trabajando como actriz desde ese año hasta 1937 y durtante esa época conoce por casualidad a Mao y aunque es un encuentro del que no se derivan consecuencias, le hace aproximarse al entorno del líder.
Antes de tener relaciones formales con Mao, Jiang Qing las tiene con Kan Shen, uno de sus más importantes lugartenientes y cuando más tarde las inicia con el dirigente chino - con quien acabaría casándose - ella tiene 23 años y él 52.
En 1949 se convierte en Ministra de Cultura del primer gobierno comunista y en 1966 es elegida “Directora de la Revolución Cultural” y tres años después entró en el Buró Político del Partido uniéndose a la llamada “Banda de los Cuatro”, encargados de defender los “principios del maoísmo”, cometiendo todo tipo de abusos y arbitrariedades.
Tras la muerte de Mao en 1976, los cuatro miembros del grupo fueron expulsados del Partido, arrestados y sometidos a juicio acusados de excesos en la Revolución Cultural.
En el proceso Jiang Qing culpó de todo a su difunto marido, basándose en que siempre cumplía sus órdenes, llegando a decir; “Yo era el perro fiero de Mao y a quien me decía que había que morder, yo le mordía”.
Fue condenada a muerte, aunque finalmente se conmutó la pena por cadena perpetua, siendo puesta en libertad en 1991 y muriendo poco después de su salida de la cárcel.
La versión oficial del gobierno fue que “se suicidó a los diez días de su puesta en libertad”, aunque nadie sabe a ciencia cierta - como suele pasar en China - lo que realmente ocurrió.
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