Tal día como hoy 2 de octubre de 1941, durante la II Guerra Mundial, el ejército alemán llega a las puertas de Moscú y mientras el gobierno soviético se traslada a Kybisev, Stalin decide permanecer en la capital y el 19 de octubre se declarará el estado de sitio.
“La batalla de Moscú” es el nombre dado por los historiadores soviéticos a dos periodos de lucha significativos en un corredor de 600 km del Frente Oriental durante la Segunda Guerra Mundial, que tuvieron lugar entre el 2 de octubre de 1941 y el 7 de enero de 1942.
Inicialmente, las fuerzas soviéticas realizaron una estrategia defensiva de Moscú mediante la construcción de tres cinturones de defensa, trayendo tropas de Siberia y a medida que lograban detener la ofensiva alemana, comenzaron a realizar contraofensivas y operaciones ofensivas para forzar a los ejércitos germanos a posicionarse.
Mientras tanto, el avance alemán estaba ralentizándose, pues estaban casi paralizados al comenzar las lluvias, habiéndose tornado los caminos en lodo y aunque al iniciarse las heladas los alemanes pudieron utilizar los caminos nuevamente, no estaban bien equipados para la guerra invernal, puesto que Hitler había previsto una rápida victoria en verano.
La ropa de abrigo y el camuflaje blanco eran escasos, los tanques y vehículos quedaban inmovilizados al descender las temperaturas por debajo del punto de congelación y llegar hasta los cuarenta grados bajo cero y la Luftwaffe, en la que se apoyaba la infantería, a menudo se tenía que quedar en tierra.
Cada cadáver enemigo contiene armas que funcionan, ropas adecuadas, botas gruesas, etc. y el coger estas cosas constituía una esperanza de salvarse pero también el riesgo de fusilamiento, pues iba contra el reglamento, aunque muchos oficiales alemanes hacían “la vista gorda”.
Pero la Wehrmacht había sobrepasado sus límites y a las dificultades de la logística se unía la falta de reemplazos y el agotamiento de las tropas tras casi seis meses de continuos avances y combates, mientras una climatología cada día más adversa, dificultaba la marcha de las operaciones.
Todo ello condicionó una descoordinación de los generales alemanes del Grupo de Ejércitos Centro, que se encuentran además con la obstinación del enemigo de continuar presentando batalla a pesar de haber sufrido derrota tras derrota, y que determinan la incapacidad de las fuerzas germanas de conseguir, justo al límite, el objetivo que podría haber significado el final de la batalla.
Moscú no ha caído y la URSS sigue resistiendo. Ahora queda por delante un duro invierno y los contraataques del Ejército Rojo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario