El Northumberland, un navío de guerra de la Royal Navy al mando del almirante Cockburn, transportó a Napoleón a esta isla volcánica, que pertenecía a la Compañía de las Indias Orientales, donde fue confinado en un peñasco azotado por vientos impetuosos y expuesto a lluvias copiosas o a un sol que caía a plomo.
Desembarcó y durante las primeras semanas se alojó en una pequeña habitación, situada bajo un granero, en una casa de campo al cuidado de la acogedora familia de William Balcombe, un comerciante local, con cuya hija entabló una amistad, ya que Betsy, de 13 años de edad, era el único miembro de la familia que sabía hablar francés
Allí, con un pequeño grupo de seguidores, redactará sus memorias, en las que criticará a sus carceleros.
Enfermo del estómago, aquejado de una continua pesadez y un dolor en el costado derecho, los médicos creían que era una afección hepática, pero él sospechó que estaba atacado de la misma dolencia de su padre, un cirro en el píloro o cáncer de estómago, pero no se lo dijo a nadie hasta que estuvo lo suficientemente seguro de que así estaba sucediendo.
Investigaciones recientemente realizadas con muestras de su cabello, que se tomaron en su lecho mortuorio, han revelado que contenían arsénico hasta tal punto, que se necesitaban dosis altamente peligrosas para lograr ese grado de concentración.
Todo esto sugiere que es muy probable que pudiera morir a causa de un envenenamiento, lo que también concordaría con sus síntomas, ya fuera intencionadamente o no.
Napoleón Bonaparte murió el 5 de mayo de 1821 a las 17:49 horas y sus últimas palabras fueron: “France, l'armée, Joséphine” («Francia, el ejército, Josefina»). Al morir tenía cincuenta y un años.
Napoleón había dispuesto en su testamento el deseo de ser enterrado a las orillas del Sena, pero se le dio sepultura en Santa Elena.
En 1840, a instancias del gobierno del rey francés Luis Felipe I, sus restos fueron repatriados a Francia y trasladados en la fragata Belle-Poule, se depositaron en Les Invalides -París-.
La llegada de los restos de Napoleón fue muy esperada en Francia y durante su funeral sonó el Réquiem de Mozart y desde entonces millones de personas han visitado su tumba.
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