Tal día como hoy 19 de octubre del 202 a. C., en las cercanías de Cartago -la actual Túnez- Escipión el Africano, general romano, vence a Aníbal Barca en la batalla de Zama.
Aníbal llegó a la península italiana en el año 218 a. C. y logró varias victorias importantes contra los romanos y al no haber podido derrotarlo, estos cambiaron de estrategia y decidieron atacar directamente Cartago, obligando a los cartagineses a llamar de vuelta a Aníbal.
Aníbal regresó a África desde el sur de Italia y consiguió unir a los hombres que pudo traer con los restos del ejército cartaginés en África, y nuevos contingentes de caballería númida que aún permanecían fieles a Cartago.
Igualmente añadió un importante contingente de elefantes hasta un número de 80 que protagonizarían la carga inicial de la batalla, mientras los romanos realizaron la estrategia de abrir pasillos entre sus filas para dejar pasar a las bestias, aprovechando la ocasión para saetearlas.
Con ambos ejércitos frente a frente, los romanos soplaron los cuernos de batalla y cundió el nerviosismo entre algunos de los elefantes, capturados recientemente, que retrocedieron en estampida contra la propia caballería númida creando un gran desorden, ya que Escipión ordenó a sus hombres bruñir corazas, cascos y cualquier cosa de metal, para que el sol se reflejara en ellos y deslumbrara a los animales, y hacerse acompañar por músicos para que sus cuernos y trompetas los espantaran.
Aníbal ordenó avanzar a la segunda unidad sin embargo, los legionarios romanos comenzaron el contraataque y consiguieron rechazarles. Mientras tanto, los legionarios de Escipión acosaron a sus enemigos en retirada hasta que recibieron la orden de repliegue.
El campo se hallaba cubierto de sangre y la entrada en combate de los veteranos de la guerra en Italia, desgastadas las menos numerosas tropas de infantería romanas, inclinó la balanza del lado de Aníbal, cuyas tropas empezaron a ganar terreno.
Pero la caballería romana regresó en aquel momento y atacaron la formación de los cartagineses desde la retaguardia, de manera que se produjo el colapso del ejército de Aníbal, quien hubo de huir ante el temor a una posible persecución y regresaría a Cartago derrotado.
Esta derrota marcaba el final de la segunda guerra púnica y como consecuencia de ella Cartago sería forzada al desarme militar, prohibiéndosele tener una flota de guerra, lo que rompía su estatus de potencia.
Sus acciones militares quedarían condicionadas a la autorización romana, lo que, junto a diversas humillaciones, terminaría desembocando en la tercera guerra púnica, en la que Cartago sería arrasada.
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