miércoles, 12 de febrero de 2020

Charles Darwin, enfrentado al pensamiento de su época

Tal día como hoy 12 de febrero de 1809 nacía Charles Robert Darwin, un joven de familia acomodada que iba para médico y cura, pero acabó sentando las bases de la teoría de la evolución a través de la selección natural.

A día de hoy, ya nadie niega en el ámbito científico que las especies van cambiando a lo largo del tiempo, y tan solo la corriente creacionista, basada en creencias religiosas y pseudocientíficas, defiende que las formas vivas son inamovibles, surgidas de la mano de un actor creador de todo lo que existe.

Pero, en el siglo XIX, el panorama era bien distinto, y las ideas recogidas por Darwin en su obra culmen, El origen de las especies (1859), fueron recibidas con una mezcla de escepticismo y burla.

Darwin dio la vuelta al mundo recogiendo especímenes y reuniendo pruebas que demostraban que las especies cambian en el tiempo y evolucionan según la selección natural.

Esta teoría se basa en que algunos organismos presentan variaciones hereditarias que les capacitan para vivir más y dejar mayor descendencia que otros. De este modo, generación tras generación, se produce una acumulación de características favorables que mejoran la adaptación de la especie a su entorno.

Su obra fundamental, El origen de las especies por medio de la selección natural, o la preservación de las razas preferidas en la lucha por la vida, publicada en 1859, estableció que la explicación de la diversidad que se observa en la naturaleza se debe a las modificaciones acumuladas por la evolución a lo largo de las sucesivas generaciones.

Como reconocimiento a la excepcionalidad de sus trabajos, fue uno de los cinco personajes del siglo XIX no pertenecientes a la realeza del Reino Unido honrado con funerales de Estado, siendo sepultado en la abadía de Westminster, próximo a Isaac Newton.

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