martes, 25 de febrero de 2020

Landru, uno de los mayores asesinos de la historia

Tal día como hoy 25 de febrero de 1922 es guillotinado en Versalles el llamado "Barba Azul de Gambais".

Henri Désiré Landru fue uno de los mayores asesinos de la historia de Francia, encandiló a nada más y nada menos que 293 mujeres, viudas o solteras. A todas ellas consiguió sacarles todo lo que pudo, las estafó, pero a una decena de ellas les tocó peor suerte aún: fueron asesinadas, descuartizadas y quemadas.

Landru nace en París, en 1869. Se casa joven con una prima, y según palabras de su esposa, recogidas durante el proceso, Landru era ya un perfecto caballero: dulce, amable, atento, aseado y bien vestido ni siquiera fumaba o bebía. Al parecer, de hecho, los primeros años fueron para la incipiente familia los más felices.

Así llega 1914. La Gran Guerra. Jóvenes que van al frente. Maridos que nunca vuelven. De repente parece que en París por cada mujer casada hay otra viuda.

Pone anuncios en los periódicos. Se publicita como un viudo en busca de un alma gemela. Cientos de mujeres desconsoladas le responden. Él se cita solo con las que tienen un patrimonio pero, al parecer ni siquiera con las más ricas. De cada encuentro Landru sale triunfador. La impresión de las féminas es la misma que ya había tenido su esposa: cariñoso, suave, delicado, afable…

En cuatro años Landru atraerá a diez viudas que, una tras otra, asesinará. Se deshacía de los cuerpos quemándolos en el fogón de la cocina de una casa que se compró en el campo. Al final lo descubrieron, en 1919.

Durante los interrogatorios y en el juicio permaneció impasible. Acusado de 11 atroces crímenes, las investigaciones sobre los restos encontrados en su casa, junto a los datos de mujeres desaparecidas en esos años, llevó a algunos policías a considerar que la mano siniestra de Landru, podía estar detrás de más de más de 200 asesinatos.

Un día de febrero de 1922 la guillotina separó la cabeza del cuerpo de Henri Désiré Landru, sin que policías, fiscales, jueces o médicos llegasen a desentrañar el enigma de aquel asesino de viudas, tan correcto, tan educado, tan normal.



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