Tal día como hoy 6 de febrero de 1932,
nace en París François Truffaut . Fue uno de los directores de cine
más representativos de la Nouvelle Vague, una corriente que emergió
en Francia a mediados de los años 50 y que revolucionó la manera en
que se estaban haciendo películas.
A mediados de los años 50 Francia se
encontraba inmersa en una serie de cambios políticos, sociales y
culturales. El cine europeo competía como podía con las
superproducciones de Hollywood. En este contexto, algunos cineastas
franceses decidieron marcar la diferencia haciendo un cine diferente
en el que el director era el único autor y creador de la película,
primando el realismo, la improvisación, la simplicidad, la libertad
técnica y un menor trabajo en estudio.
Estos directores priorizaban los
rodajes en espacios abiertos y entornos naturales, con cámaras
ligeras y cámaras en mano, que permitían una gran flexibilidad
creativa. Además, trabajaban con actores desconocidos y sin mucha
experiencia en esa época como eran Anna Karina, Jean-Paul Belmondo,
Jean Seberg. entre otros..
Todos estos cambios permitieron a los
cineastas de la Nouvelle Vague abaratar muchísimo los costes. Los
presupuestos eran considerablemente más bajos que los que tenían
las películas francesas hechas atendiendo a los cánones reinantes
en la época.
La Nouvelle Vague estuvo liderada por
André Bazin, fundador de Cahiers du Cinéma, una revista mensual
especializada en cine de vanguardia. El propio Truffaut, antes de
rodar sus propios largometrajes, trabajó como crítico en la
publicación. Truffaut atacó sin reparos el cine galo que se estaba
haciendo en el momento.
De él dijo que era rancio y
convencional. Abogó por un cine que permitiera al director escribir
diálogos, inventar historias y, en general, producir una película
como un conjunto artístico a su estilo.
En 1959 Truffaut se llevó el premio al
mejor director en el Festival de Cannes por “Los cuatrocientos
golpes”. También se proyectó una de las grandes del movimiento:
Hiroshima mon amour, de Alain Resnais.
Las ideas del grupo acababan de dar el
salto de la teoría a la pantalla y en los siguientes años llegarían
títulos tan emblemáticos como “Al final de la escapada” de
Jean-Luc Godard, “Jules y Jim” , también de Truffaut o ” La
coleccionista” de Eric Rohmer.
La Nouvelle Vague no se extendió mucho
en el tiempo pero supuso un gran cambio en la manera de hacer cine de
la segunda mitad del siglo XX y renovó completamente el lenguaje
cinematográfico.
Además, el movimiento trascendió el
ámbito cinematográfico influenciando a la juventud francesa del
momento, que encontró en él modelos e iconos con los que
identificarse y vivir de manera más libre y espontánea.
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